Cuando llega el verano, llegan también el sol, las buenas temperaturas y un elevado consumo de electricidad. Enero y julio son, en los últimos años, los meses en los que más electricidad se consume en España. El consumo de energía se dispara y al mismo tiempo lo hacen los precios: no solo se tienen más cosas encendidas en casa, sino que además se pagará más por todas ellas. Ahorrar en la factura de la luz y mejorar en eficiencia energética se vuelve así crucial.
Aunque hablar de invertir cuando se busca cómo ahorrar puede parecer un tanto paradójico, lo cierto es que es el consejo básico en eficiencia energética. Son nuestros propios hogares —y su deficiente aislamiento o un diseño de espacios fallido— los que nos hacen gastar más electricidad de la que deberíamos enfriándolo en verano y calentándolo en invierno.
Por eso, a veces simplemente con cambiar las ventanas por unas con un cierre más eficaz o mejores cristales se puede notar una mejoría importante en eficiencia energética y hasta en reducción de ruido. Lo mismo ocurre con las paredes: hacer obras es siempre una pesadilla, pero invertir en mejorar el aislamiento término tiene beneficios a corto y largo plazo. Tanto es así que los datos de gasto apuntan que cada vez más personas están realizando este tipo de mejoras. Según el estudio 'The New Habitat 25/26: así cambian los espacios que habitamos', de APE Grupo, el presupuesto de diseño de los hogares españoles subirá el año que viene en un 21% para mejorar su sostenibilidad y en un 17% para conseguir eficiencia energética y confort climático, acústico y lumínico.
A veces, no hay que tirar paredes y cambiar ventanas. Solo hay que renovar los electrodomésticos, aire acondicionado incluido. Decantarse por modelos más eficientes —los que cuentan con una clasificación energética A+++, aunque el ahorro se nota ya desde la A— ayuda también a mejorar la eficiencia energética, aunque supongan de entrada un desembolso mayor.
No todo el mundo tiene margen de maniobra para hacer obras en casa. A veces falla el presupuesto y otras resulta imposible tocar la construcción. Si se vive de alquiler, este tipo de mejoras dependen del casero. Con todo, hacer ajustes con un presupuesto cero y sin tocar tabiques o ventanas es posible. Solo hay que cambiar hábitos e introducir buenas prácticas energéticas.
Bajar el consumo del aire acondicionado
Mantener la temperatura del aire acondicionado en una horquilla de entre 24 y 26 grados es una de las recomendaciones básicas para evitar el consumo excesivo de energía durante el verano, como explican desde Mitsubishi Electric. A esto, la OCU suma un dato: cuanto más frío tengamos el aire, más pagamos por lograrlo. La organización de consumidores estima que por cada grado que se vaya bajando el termostato el coste sube en un 10%. Su recomendación es quedarse a ocho grados menos que la temperatura exterior (por ejemplo, si fuera se está a 33º, tener el aire de casa a 25).
La temperatura no es el único factor clave. Mitsubishi Electric añade que usar las funcionalidades de estos dispositivos para ajustar cuándo funciona también permite ahorrarse algunos euros. Por ejemplo, se puede programar para que se apague a ciertas horas o, si cuenta con sensores de movimiento, evitar que esté operando cuando no hay nadie en las habitaciones. Los modelos más recientes hasta consiguen dirigir el aire frío a donde es más necesario para mantener una temperatura óptima.
Evitar encenderlo y apagarlo —el clásico de llegar con demasiado calor de la calle, ponerlo a una temperatura gélida y apagarlo cuando se siente demasiado frío, para reiniciarlo media hora más tarde— y prestar atención a que las puertas no estén abiertas dejando escapar la climatización importa. También lo hace tener el filtro del aire limpio. Y, como alternativa de menos consumo, Facua recuerda que los ventiladores necesitan menos electricidad.
Ahorro energético para todo el año
Por otro lado, muchas buenas prácticas en consumo energético funcionan todo el año, sea verano sea invierno. Es lo que ocurre con el stand-by, el modo espera de los aparatos electrónicos. El piloto rojo de la televisión parece inocuo, pero no lo es en absoluto. De media, y según datos que recoge la OCU, es ahí a donde se va el 10% de la factura eléctrica de los hogares europeos. Apagar por completo los electrodomésticos acaba saliendo a cuenta a final de mes.
No todas las cosas se pueden apagar, pero sí hay algunos trucos que ayudan a bajar el consumo. El frigorífico se lleva el 25,9% de toda la electricidad que se consume en una casa, según cuentas de Iberdrola. No tener una nevera más grande de la que necesitamos o no situarla cerca de fuentes de calor (el horno) ayuda a reducir su gasto. También lo hace mantenerla limpia: el hielo y la escarcha son una molestia y suben la factura de la luz.
En verano, sale casi sin pensarlo el secar la ropa al aire y no en la secadora, un gasto eléctrico menos. Sin embargo, aún se puede reducir más el consumo medio de la colada. Pasar de lavar a 60º a hacerlo a 40 reduce en un 55% el gasto de energía, según la OCU, y siempre es mejor esperar a poder llenar por completo la lavadora que ponerla a media carga.
Finalmente, fijarse en lo que se hacía en casa de la abuela ayuda a bajar el gasto en electricidad en verano. Los abuelos ya eran gurús de la eficiencia energética antes de que la cuestión nos preocupase: sus estrategias para mantener la casa fresca lo hacen sin gastar energía. Usar toldos y cortinas para sombrear reduce la temperatura media, como lo hace bajar las persianas para evitar la luz directa en las horas centrales.
La ventilación cruzada era habitual en las casas de antes: es ahora una de las estrategias por las que vuelve a apostar la arquitectura ecoeficiente para ganar en frescor.