Cristina dejó de fumar el día que le llegó el váper que había comprado en una tienda online. Lo pidió tras probar el de una amiga y ver que le gustaba: el sabor le resultaba más atractivo que el del tabaco y, además, no le dejaba el olor en la ropa. Tras doce años como fumadora, a los treinta dio su última calada a un cigarrillo tradicional -estos son los trucos de los famosos para dejarlo-. Seis meses después, dejó también de vapear. “Aquí ya lo hice más por salud. Noté que las encías me habían empezado a retroceder, me sangraban mucho más y también notaba más burbujeo a la hora de toser”, cuenta. Durante unos meses, llevó todavía el váper en el bolso por si acaso y después aún tardó en tirarlo “por si recaía”. Pero no lo hizo, así que ahora es exfumadora y exvapeadora.
Aunque, especialmente al principio, la llegada del cigarrillo electrónico o váper se vio como un método eficaz para personas que quisieran dejar de fumar, poco a poco se ha ido viendo que su uso tampoco es inocuo. “Aún no se conocen los efectos a largo plazo del vapeo, aunque ya existen estudios en los cuales se ha observado una asociación entre el uso de vapeadores y un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares y respiratorias”, señala la doctora Rebeca Lozano, secretaria científica de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) y oncóloga médico del Hospital Universitario de Salamanca. Conforme poco a poco van apareciendo los estudios que muestran los efectos del vapeo, también se va extendiendo su uso, especialmente entre los jóvenes. Según un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 32% de los adolescentes de 15 años han vapeado en alguna ocasión, frente al 25 % que han fumado algún cigarrillo.
¿Qué sabemos a estas alturas de los cigarrillos electrónicos? ¿Son buena idea para dejar de fumar? ¿Por qué es alarmante que los jóvenes empiecen a vapear si, a cambio, fuman menos tabaco? Intentamos dar respuesta a las principales dudas sobre el váper.
El riesgo de enfermedades cardiovasculares y respiratorias que mencionaba la doctora Rebeca Lozano no es la única consecuencia que podría tener vapear. A esto se suma que los aerosoles de los vapeadores “contienen productos químicos que, en algunos casos, pueden ser carcinógenos”, aunque “las cantidades son mucho menores que las de los cigarrillos convencionales”. Por otra parte, para poder “establecer una posible relación entre el vapeo y el desarrollo de tumores” siguen siendo necesarios datos recopilados durante un período de tiempo más prolongado, añade la experta.
En cuanto a lo que notó Cristina de sus encías cuando cambió el tabaco por el cigarrillo electrónico, posiblemente no fuese una mera casualidad: ya en 2022 se publicó un estudio que relacionaba el uso del váper con la enfermedad de las encías. Vapear también podría provocar problemas de fertilidad en ambos sexos, aunque la mayor parte de los estudios, de momento, se han hecho en animales.
En el caso de los jóvenes, su iniciación en el vapeo es especialmente preocupante, ya que la mayoría de los cigarrillos electrónicos contienen nicotina y exponerse a ella durante el desarrollo el cerebro “puede afectar a la atención, el aprendizaje y la memoria”, alerta Lozano. “Algunos estudios ya han observado que los adolescentes que usan vapeadores tienen un mayor riesgo de desarrollar bronquitis crónica, asma y otros síntomas respiratorios, como la bronquiolitis obliterante. Además, el vapeo con nicotina puede conllevar la adicción a la misma y aumentar la probabilidad de que estas personas recurran al tabaquismo tradicional”, explica.
Aun así, la doctora insiste en que sigue siendo necesaria más investigación para poder hablar con seguridad de las distintas consecuencias del vapeo (sobre todo a largo plazo), ya que los estudios que se han publicado hasta el momento tienen todavía bastantes limitaciones.
Cristina cuenta que ella acabó vapeando más de lo que fumaba. “Yo no me daba cuenta, pero mis amigos me decían que estaba todo el día 'con el cacharrito en la boca'”, recuerda. ¿Por qué es tan popular y por qué engancha tanto el váper? José Antonio Tamayo, psicólogo sanitario en la clínica Activa Psicología y Formación y miembro del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, apunta como razones a la moda y el marketing que “presentan el vapeo como una opción moderna y menos dañina que el uso tradicional del tabaco”, a la variedad de sabores y a la promesa de que puede ayudar a dejar de fumar al permitir controlar y reducir gradualmente la ingesta de nicotina, “creyendo que la inhalación del aerosol del vaporizador está exenta de los riesgos de la combustión del cigarrillo de tabaco”.
Además, como ocurre con los cigarrillos tradicionales, “la acción de vapear puede reducir la ansiedad -puedes ayudarte de esta canción también- o el aburrimiento, produciendo un efecto calmante o distractor, con independencia de si contiene o no nicotina. Este resultado satisfactorio contribuye al reforzamiento de este comportamiento y que se siga repitiendo”, añade.
Como resultado, dependiendo de la persona y sus circunstancias, vapear puede tener también un impacto significativo en la salud mental. “El consumo continuado de nicotina genera dependencia, al ser una sustancia muy adictiva, lo que contribuiría al desarrollo de una adicción. Una vez establecida la dependencia, la disminución de la concentración de nicotina en sangre provoca los síntomas y signos de abstinencia, que pueden incluir ansiedad, intranquilidad, irritabilidad, aumento del apetito, dificultades de concentración e insomnio”, asegura Tamayo.
Aunque la historia de Cristina pueda parecer alentadora, lo cierto es que ella no empezó a vapear con el objetivo de dejar de fumar. Hizo el cambio porque le gustó más el váper y lo dejó de golpe, sin planearlo, cuando vio que se estaba encontrando peor. “Tengo mucha fuerza de voluntad”, concede. Su amiga, la que le dio a probar el váper aquella primera vez, sí que se había pasado al cigarrillo electrónico para intentar dejar el tabaco, pero no lo ha conseguido. “Sigue haciendo las dos cosas, fuma y vapea”, cuenta Cristina.
“El uso de vaporizadores como método para dejar de fumar es un tema controvertido”, asegura el psicólogo José Antonio Tamayo. “Por un lado, aunque muchas personas utilizan el vapeo como un paso intermedio para dejar de fumar, existe el riesgo de sustituir una adicción por otra, dado que muchos líquidos de vapeo contienen nicotina. Por otro lado, existe cierta evidencia a través de algunos estudios que sugieren que el vapeo puede ayudar a algunos fumadores a dejar el tabaco, pero no demuestra ser una solución definitiva ni exenta de riesgos”, indica.
Por su parte, Rebeca Lozano opina que el vapeo no debería ser la primera opción si se busca dejar de fumar, precisamente porque “aunque la exposición a las toxinas de los vapeadores es sustancialmente menor que la de los cigarrillos convencionales, los riesgos sobre la salud a largo plazo siguen siendo inciertos”. Además, la situación de la amiga de Cristina, que fuma y vapea, no es tampoco un resultado raro: Lozano indica que existen datos que sugieren que una proporción considerable de personas que comienzan a vapear para dejar de fumar continúan consumiendo cigarrillos convencionales, “lo que significa que siguen siendo dependientes de la nicotina y están expuestos a los efectos dañinos tanto de los cigarrillos convencionales como de los electrónicos”.
Quien busque dejar de fumar (o de vapear), por lo tanto, debería en principio intentarlo por otras vías. La doctora cita a la Sociedad Torácica Americana, que recomienda el uso de fármacos "con datos sólidos de seguridad y eficacia", como la vareniclina o bupropion -siempre acudiendo previamente a la consulta médica-. Por su parte, Tamayo recomienda buscar el consejo de un profesional como un médico o un psicólogo especialista en adicciones “para obtener un plan de tratamiento adecuado” y utilizar alternativas de reemplazo de la nicotina, como parches o chicles, que pueden “ayudar gradualmente a alcanzar la deshabituación”.
Cristina, cuyas encías han mejorado tras pasar por el dentista y que nota que se encuentra mucho mejor, recomienda dejarlo como hizo ella, de golpe y sin planearlo. En todo caso, para quien siga vapeando, si se quiere reducir al mínimo los riesgos, la recomendación es siempre adquirir los vápers en establecimientos legales para asegurarse de que cumplan con las directrices de la Directiva europea sobre productos del tabaco (2014/40/UE).