Una comida deliciosa y hecha desde cero. Un vestuario cuidado al último detalle y un maquillaje perfecto. Colores pastel y estampados florales. Casi podría parecer contenido sacado de uno de esos anuncios de los años 50 o 60, en los que amas de casa perfectas preparaban todo para la vuelta a casa de la oficina del marido, pero es la estética que domina ahora mismo en los contenidos en redes sociales de las llamadas ‘tradwives’, influencers que reivindican quedarse en casa siendo amas de casa.
El término se ha puesto ahora de moda en España por el éxito de RoRo Bueno, una tiktoker que se ha hecho viral con sus vídeos en los que hace todo tipo de cosas desde cero porque —es el gancho con el que arranca todas sus historias— "su novio Pablo quería algo". Sus números de seguidores están escalando a ritmo de cientos de miles diarios, RoRo se ha colado ya en la agenda de los medios tradicionales y en las redes sociales se debate sobre si es —o no— una 'tradwife' o un ejemplo de conservadurismo social media.
Como le explica a 'El Periódico de España' Janira Planes, estratega de marca en Hamlet y experta en tendencias de internet, su cuenta triunfa en especial por el 'rage baiting', ese engagement disparado que generan las críticas a sus vídeos. Planes considera que, más que en el movimiento ‘tradwife’, RoRo se ha inspirado en los muy populares vídeos de Nara Smith, una tiktoker estadounidense que también hace cosas desde cero, y que ha sabido leer un nicho de mercado, el de la emergencia de unos contenidos de fondo más conservador. "Yo creo que RoRo ha visto que ahora hay una ola y ha dicho: voy a aprovecharla", le dice al diario.
Las profesoras Laura Filardo-Llamas, de la Universidad de Valladolid, y Carmen Aguilera-Carnerero, Universidad de Granada, han analizado el lenguaje de las 'tradwives' anglosajonas. Cuando se les pregunta por los contenidos de RoRo señalan que reproduce “parte del contenido” que publican las ‘tradwives’ (el de cocina), pero creen que están ausentes “las relaciones con otros campos que sí que aparecen en las cuentas de las ‘tradwives’ del ámbito anglosajón” y que apelan a valores tradicionales en temas como la religión, la familia o la política.
En las muchas entrevistas y análisis que se han estado publicando estos días, la propia agencia que lleva a RoRo rechaza la etiqueta.
Porque, al final, ¿qué es exactamente una ‘tradwife’? Frente a la ‘girl-boss’ que triunfaba en la década pasada, la ‘tradwife’ propone una visión del mundo muy diferente de la de la ‘chica empoderada’. Sus influencers hablan de una vuelta al hogar, de quedarse cuidando al marido/novio o a los hijos. Proponen un revival de los valores más tradicionales, en el que la mujer se encarga de la casa y es el hombre el que trabaja (aunque, paradójicamente, ellas sí ingresan dinero como influencers).
Por supuesto, su presencia en redes sociales está conectada con su existencia fuera de ellas, muy vinculado al conservadurismo. El movimiento ‘tradwife’, nos explican Filardo-Llamas y Aguilera-Camenero, nació en el mundo anglosajón —que no solo estadounidense, puntualizan— y sus influencers simplemente adaptan su fondo al lenguaje de las redes sociales. En ese camino, eso sí, se han quedado un poco diluidos los mensajes más religiosos, políticos o sobre roles de género. Esto les permite llegar a una audiencia más amplia.
En ese universo #tradwife de los social media entran, de hecho, perfiles muy variopintos, como ha analizado Anne Helen Petersen. Desde las cuentas de las esposas evangélicas (muy orientadas a mensajes religiosos y bíblicos) a las cuentas más orientadas a la maternidad con un filtro estético, pasando por las emergentes 'stay-at-home girlfriend' (novias que dedican su día al bienestar de sus parejas). Todas ellas, además de centrarse en esa “vida tradicional”, lo hacen de una manera idealizada, estética y romantizada. Digamos que los niños de esas familias parecen no tener nunca rabietas o dejar sus juguetes hechos un caos. Y los pasteles nunca se queman.
Un ejemplo de esto es la cuenta de Ballerina Farm, que dejó su carrera en el ballet para mudarse a una granja a tener una vida campestre con su marido y sus ocho hijos. En sus contenidos aparece haciendo pan o cuidando el huerto; una vida simple, aunque, como sus críticos señalan, que se pueden permitir porque su familia es dueña de una de las aerolíneas más populares de Estados Unidos (un viral artículo en ‘The Times’ acaba de resquebrajar justo ahora la imagen idílica que transmite la cuenta).
Las imágenes de este tipo de cuentas se asientan en una estética a medio camino entre ‘La casa de la pradera’ (con familias autosuficientes en entornos rurales) y cómo imaginamos los años 50-60. ¿Tiene por tanto la nostalgia un papel para explicar este boom? “En el contexto anglosajón, la nostalgia es fundamental”, responden las profesoras. “Es un anclaje para justificar la diferencia y contraposición con otros modelos de mujer en el mundo contemporáneo y con movimientos feministas o vinculados con la mujer como el #metoo”, explican.
Los perfiles se conectan con la idea del ama de casa ideal de medio siglo atrás y su estética. Lo hacen a pesar de que, como recuerda un análisis de ‘France Culture’, las raíces visuales de esas amas de casa perfectas de la cultura popular del siglo XX están más basadas en marketing que personas reales. El mejor ejemplo es la estadounidense Betty Crocker, cocinera ideal e inspiradora que era, en realidad, una invención de una marca de harinas y detrás de la que había un equipo de 21 personas. En Europa había figuras parecidas, que transmitían una imagen idealizada del ama de casa y difícilmente 'vivible'.
Los medios estadounidenses suman, cuando analizan el fenómeno, que al éxito en redes sociales de las ‘tradwives’ ayuda también que sus imágenes estéticas funcionen como un espacio de escapismo ante la realidad. La precarización de las generaciones más jóvenes también hace que lo que dicen —y lo que muestran— se vea como una potencial solución a los problemas. De hecho, añaden, uno de los momentos que impulsaron su éxito fue el de la pandemia.
Y ahí es donde los análisis ven una de las grandes cuestiones de esta moda. ¿Son solo vídeos de cocina y de retorno a la vida sencilla en el campo? Filardo-Llamas y Aguilera-Camenero no lo creen así, “porque hay una audiencia que recibe ese mensaje”, uno que muestra una “visión parcial de la realidad”. “Al ser una representación parcial (como es el caso en la cultura popular) puede contribuir a transmitir y asentar estereotipos de género”, indican. Si te lo crees o si te convence ya dependerá, eso sí, de cómo conecten o no con tus propias ideas.
¿Han llegado para quedarse o están llamadas a ser una de tantas modas efímeras de las redes sociales? “Es difícil predecir cómo va a evolucionar el movimiento de las ‘tradwives’ en general”, responden Filardo-Llamas y Aguilera-Camenero, que señalan que ahora mismo es un movimiento minoritario “pero efímero es difícil decir que lo sea ya que llevan en EEUU desde antes de la covid-19 y se han mantenido en el tiempo”. Toca ver cómo se desarrolla y, en España, cómo se adapta al contexto español.