¿Pagarías por irte unos días a un lugar en el que te juntas con otras personas… pero nadie dice una palabra? Eso es lo que pueden parecer desde fuera los retiros de silencio, una práctica cuya popularidad ha ido aumentando en los últimos años. Como prueba de ese éxito, el dúo Pantomima Full les dedicó ya un vídeo hace unos meses, con el subtítulo: “paga por no oírse”. Sin embargo, inmersas en la vorágine ruidosa que es la vida diaria, retirarse unos días y estar en silencio puede parecer también una idea atractiva. ¿En qué consisten en realidad este tipo de prácticas? ¿Son de verdad beneficiosas?
Alba Izquierdo, de 31 años, fue a su primer retiro de silencio hace unos cinco años. “Estaba en un punto de mi vida en el que necesitaba saber hacia dónde dirigirme, en que mi cuerpo y mi mente necesitaban silenciar todo el ruido social, el ruido de la rutina, el ruido de lo que debería hacer y de lo que no, del qué dirán”, cuenta. Un día, le salió en redes sociales una publicidad sobre uno de estos retiros y se lanzó. “Fue una de las mejores cosas que he podido hacer para entrar en contacto conmigo misma y tener mayor claridad mental a la hora de decidir sobre mi vida. No le puedo poner ningún ‘pero’ a la experiencia”, asegura.
A ella no le costó mantener el silencio, pero admite que la primera vez “al principio puede que te sientas raro o que no encajas, porque estás acostumbrado a romper silencios incómodos, a decir cualquier cosa que se te pase por la cabeza con tal de encajar”. Sin embargo, enseguida se entra en ese nuevo ritmo. A Alba, que es profesora de yoga, le gustó tanto la experiencia que ha organizado también sus propios retiros, aunque los suyos, cuya información comparte en su perfil de Instagram, no son cien por cien silencio. “Sí que intento inculcar la filosofía del silencio: después de una práctica de yoga, después de una meditación… toda la energía que se mueve en mis retiros, si se suma a un silencio consciente, se convierte en una energía muy poderosa, una energía vital que te impulsa y llena de vida y seguridad”, señala.
Los retiros que organiza Carola García desde Mindfulness Vivendi sí tienen al silencio como protagonista: solo se habla cuando invitan a los participantes a reunirse en grupo con una profesora para comentar cómo está yendo la experiencia. “Nos gusta pensar en estos momentos como parte del silencio también, porque solo hablamos de la experiencia del retiro, no de otros temas”, explica.
García, que es profesora y formadora de profesores de MBSR (Mindfulness Based Stress Reduction), define así este tipo de experiencias: “Un retiro de silencio es un tiempo que dedicamos conscientemente a parar y cultivar qué es estar presente de una manera prolongada. Cómo es estar presente con lo que me pasa no solo cuando estoy meditando sino al comer, irme a dormir, dar un paseo, mirar por la ventana. Es un tiempo en el que no tenemos que hacer: no tenemos que comprar, ni cocinar, ni trabajar, y así, al estar presente con lo que vamos notando vamos aprendiendo a relacionarnos con nuestros pensamientos y emociones de una manera más amable. Aprendemos a familiarizarnos con nuestros hábitos, muchas veces inconscientes, y, con las meditaciones guiadas, las reflexiones que ofrecen las profesoras, poemas, historias, enseñanzas etc., podemos llegar a comprensiones profundas. Esto es muy difícil de hacer en la vida diaria con todas nuestras ocupaciones”, relata.
Hay distintos tipos de retiros de silencio, y de distintas duraciones. Pueden ser solo de un día o un fin de semana o de algo más. “Los más 'clásicos' de mindfulness son 5 noches, 6 días en total”, apunta la experta, que añade que los hay incluso de un mes o más, “ya yendo a lugares especializados para ello”. Además, se pueden hacer en grupo (los más habituales) o de forma individual. Sobre estos, con los que ella no trabaja, Carola García Díaz explica que serían ya “para personas con una práctica consolidada y que sepan qué hacer durante el día. Hay sitios especializados que ofrecen cabañas individuales en la naturaleza, por ejemplo”, señala.
En cuanto a qué se hace durante un retiro de silencio, depende también del que se elija. La mayoría están muy enfocados en el mindfulness y la meditación, aunque también son comunes los que incluyen actividades como el yoga o los paseos conscientes. “En mi retiros utilizo muchas prácticas y técnicas de desarrollo personal, así como yoga, meditación, pranayama y breathwork”, señala Alba Izquierdo. los precios también dependen un poco de la duración y las actividades. Los que organiza Izquierdo, de fin de semana (tres días y dos noches), suelen andar entre los 250-350 euros, con pensión completa y todas las actividades incluidas. Los de Mindfulness Vivendi dependen mucho también de la modalidad: uno que de 5 noches que tienen organizado para el verano de 2025 en el Monasterio de Poio, Pontevedra, cuesta 300 euros la inscripción más 305 el alojamiento en habitación individual en el monasterio y manutención.
Por otra parte, quizá esa pregunta de “qué se hace allí” nazca precisamente de esa filosofía de hiperproductividad de la que queremos huir. “El descanso que surge cuando aprendemos a estar con las cosas como son, con espacio para explorar opciones distintas a la reactividad del estrés diario es algo cada vez más valioso y necesario con todos los problemas que vivimos”, explica Carola García.
Todo esto suena muy bonito, pero ¿es de verdad bueno? ¿Están estudiados los beneficios psicológicos de retirarse unos días en silencio? “Todo el mundo, haga o no retiros de silencio, necesita esta opción de bajar un poco el ruido mental. Desde un punto de vista psicológico, reducir el estrés, ir más despacio, claramente tiene un beneficio”, señala Guillermo Myro, psicólogo miembro del Colegio Oficial de Psicología de Madrid y, como Carola García, experto en reducción del estrés a través del mindfulness. Sobre los retiros de silencio en particular, añade que el contexto suma un extra positivo. “Aunque los hay muy distintos, en general se realizan en lugares que están en la naturaleza y alineados con un estilo de vida saludable: la comida a veces es vegetariana y más ligera, se practica yoga o estiramientos, se hacen actividades de meditación, paseos por la naturaleza… Todo esto contribuye a esa reducción del estrés y la ansiedad”, señala.
Myro apunta también al efecto acumulativo del retiro. “No es lo mismo hacer una hora de mindfulness al día que siete u ocho durante varios. La práctica se va asentando y consolidando y tu manera de mirar y prestar atención cambia, te permite apreciar más detalles del día a día”, explica. Todo esto, además, se está investigando mucho y los resultados son prometedores. “Se está viendo que los efectos de las prácticas intensivas son muy potentes: irse cinco o seis días deja una memoria somática en el cuerpo y se experimentan beneficios que luego se mantienen en el tiempo si se sigue practicando el mindfulness. El efecto no es solo psicológico: se ve en la presión sanguínea y en el sistema inmune, por ejemplo”, asegura Myro.
Carola García añade que, gracias al silencio y al ritmo tranquilo, “es más fácil que surjan descubrimientos, soluciones a problemas, maneras distintas de ver las cosas, que nos ayudan a comprendernos mejor y a tener una mente más clara y más ecuánime para salir del retiro con más fuerza y vitalidad para la vida diaria”. Por lo general, ella no ve un perfil de gente determinado, sino que a sus retiros va gente de todas las edades y profesiones. Alba Izquierdo, por su parte, dice que el 100% de las personas que van a sus retiros son mujeres, la mayoría de entre 40 y 60 años, con mucha empresaria y funcionaria (sobre todo maestras) entre ellas.
¿Significa todo esto que debamos buscar el retiro de silencio más cercano y marcharnos una semana? No necesariamente. Guillermo Myro recomienda hacerlo siempre de forma gradual, especialmente si se tienen dudas. “Hay gente que va con muchas ganas y está convencida, pero si no es el caso, mejor probar en uno de solo un día o dos”, indica. Al fin y al cabo, para algunas personas este tipo de experiencias pueden suponer también un riesgo. “En las meditaciones ocurren a veces experiencias regresivas. Esto quiere decir que pueden acrecentarse síntomas, por ejemplo, de ansiedad o estrés, en vez de disminuir. Puede ser retraumatizante, puedes desregularte, que te sientas muy fuera de control, que el silencio te active mucho y no lo puedas sostener o te sobrepase estar tanto tiempo en silencio sin comunicar, sin hablar y con tus diálogos propios. Porque retiro es eso también, es irte a hablar contigo mismo y a veces las cosas que nos decimos no son nada bonitas”, aclara.
Por esta razón, recomienda también probar con retiros que no son completamente de silencio. “Hay retiros donde hay diálogo, donde hay momentos de compartir o prácticas que enfatizan mucho la compasión, el buen trato a los demás y a uno mismo”. Desde su punto de vista personal, este tipo de experiencias pueden ser más beneficiosas para según qué personas.
En los retiros de silencio que coordina Carola García tienen esto también en cuenta. “Siempre preguntamos si la persona está pasando por un momento de especial intensidad emocional y, después de hablar con la persona, suele quedar claro si es lo más adecuado o no para ese momento”, explica. Aunque depende mucho de cada caso, por lo general “si una persona se siente atraída por el silencio de varios días y la introspección suele ser porque está motivada para ello y esa curiosidad es clave”.
Es decir: si te apetece, no lo dudes. Si te resulta una idea atractiva, pero no sabes cómo lo llevarías, infórmate de distintas opciones y empieza poco a poco. Si te gusta, siempre puedes repetir y probar algo más intensivo.
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