Vivir cerca del mar reduce el riesgo de deterioro mental, según un estudio

Si a veces te imaginas disfrutando de una plácida vida en una casa frente al mar, has de saber que ibas muy bien encaminada. Y es que en esa imagen (quién no la ha tenido) nos visualizamos relajadas y experimentando un bienestar de lo más placentero. Pues bien, no se trata solo de una intuición, sino de un hecho comprobado. De hecho, vivir cerca del mar reduce el riesgo deterioro mental, según un estudio.

Y eso se aplica a que vivas en la playa frente a las olas, cerca de un lago o un río. Conociendo el ritmo trepidante de la gran mayoría de ciudades y el estrés que puede llegar a provocar, las conclusiones a las que llega el estudio nos parece que tienen todo el sentido del mundo. Quizás ahora mismo no te es posible retirarte a un entorno de estas características, pero solo con saber todos los beneficios que tiene ya nos están dando ganas de organizar unas vacaciones, por pequeñas que sean, a una casita cerca del agua. 

El mar y el deterioro cerebral

El estudio en cuestión, publicado por la revista Ecotoxicology and Environmental Safety, ha sido realizado por un grupo de científicos de la Universidad Médica de Fujian en China. En él afirman que las personas de mediana edad que viven cerca de uno de los llamados “espacios azules” (mares, lagos o ríos) reducen significativamente las probabilidades de padecer un deterioro mental relacionado con la edad. A través de pruebas de memoria y tiempos de reacción han determinado que el riesgo puede ser hasta un 13,2% menor, y fueron realizadas a un total de 35.669 hombres y mujeres del Reino Unido.

La calidad del aire que respiramos

Este estudio viene a confirmar, en parte, algo que ya se había descubierto, y es que la contaminación del aire que respiramos guarda una gran relación con el deterioro mental asociado a la edad. Así que tras realizar una serie de pruebas (memoria, tiempos de reacción, razonamiento verbal y numérico) a personas que viven cerca del mar, de un río o un lago, se comprobó que los resultados mejoraban la expectativa. 

Se tuvieron en cuenta diferentes factores, tanto del domicilio como de las personas que lo habitaban: cuál era la exposición a la contaminación del aire en cada casa, la edad, la educación, el peso, la alimentación, consumo de alcohol y la presión arterial. Las conclusiones fueron claras: si vives a menos de 300 metros del mar, tienes menos probabilidades de sufrir deterioro cognitivo. De hecho, en este radio la mejora alcanza un 26,2%.

El mar, una zona protectora

Según los científicos responsables de la investigación, el agua en grandes cantidades se comporta como una “zona protectora” que potencia el bienestar psicológico, reduciendo los niveles de estrés y ansiedad. El agua del mar, en concreto, es especialmente recomendable, ya que aporta el relajante sonido de las olas y de la brisa salda. Esto favorece enormemente la calma mental y cuidad de nuestro sistema cognitivo. Algo intuíamos… ¿verdad?

Así lo explica la doctora Jo Garret, una de las responsables del estudio: “Nuestra investigación sugiere, por primera vez, que las personas de hogares más pobres que viven cerca de la costa experimentan menos síntomas de trastornos de salud mental. En lo que respecta a la salud mental, esta zona 'protectora' podría desempeñar un papel útil para ayudar a nivelar el campo de juego entre las personas con ingresos altos y bajos”. Otro de los investigadores, Kaitai Yang, añade: "Aunque el espacio azul no puede eliminar directamente los contaminantes del aire, la presencia de aire húmedo y humedales adyacentes pueden reducir los niveles de contaminantes del aire".

El valor de los espacios naturales

Uno de los principales intereses de esta investigación es ayudar a determinar cómo podría ser la construcción de ciudades saludables en un futuro. Mientras tanto, si somos realistas, las posibilidades de irse a vivir a una casa frente al mar son muy limitadas para la gran mayoría. Sin embargo, podemos potenciar en nuestra vida los efectos positivos que se sugieren en el estudio incorporando hábitos como pasear 30 minutos al día al aire libre, a ser posible en un parque o en una plaza sin tráfico y, a ser posible con árboles u otro tipo de vegetación.

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