Practicar yoga para aliviar la ansiedad es una excelente idea. Está demostrado que esta disciplina, al igual que la meditación y la respiración consciente, nos ayudan a relajar el cuerpo y la mente. Y eso es algo que siempre necesitamos, ya sea por el estrés que podemos acumular a lo largo del día, ya sea por situaciones puntuales que nos alteran más de lo debido.
La forma en la que el yoga combina determinadas posturas corporales con la respiración repercute de manera positiva en nuestro bienestar. De hecho, la Facultad de Medicina de Harvard, considera que el yoga es un alivio natural de la ansiedad y recomienda practicarlo con regularidad para reducir el impacto del estrés en nuestra vida.
A veces pensamos que para practicar yoga hay que tener mucha flexibilidad y que las posturas que se realizan son muy complicadas. Pero nada más lejos de la realidad. Aunque es cierto que hay asanas muy exigentes y que requieren de tiempo y esfuerzo, muchas son más sencillas de lo que imaginas y proporcionan grandes beneficios. Estas que te proponemos a continuación son muy fáciles de realizar y podrás experimentar su poder antiestrés de manera inmediata. Solo necesitas una esterilla o colchoneta, ropa cómoda y concederte unos minutos al día para ponerlas en práctica.
Comenzamos por la que es posiblemente la postura más sencilla y, al mismo tiempo, una de las más eficaces para lograr un profundo estado de relajación. Así lo afirma un estudio de la National Journal of Basic Medical Sciences de Mysore, que asegura que la práctica regular de Savasana ayuda a reducir el ritmo cardíaco y a aliviar el estrés, incluso una vez que ha terminado la sesión de yoga.
Si vas a realizar solo una postura, decídete por esta. Y si vas a enlazar varias, la recomendación es que la dejes para el final, ya que proporciona una relajación profunda que se prolonga en el tiempo. Solo tienes que tumbarte boca arriba y separar las piernas a la anchura de las caderas, con los pies relajados y cayendo hacia los lados. Pon los brazos a unos 45º del cuerpo, con las palmas hacia arriba y respira profundamente.
También llamada “la postura de las piernas estiradas hacia arriba”, es una opción ideal para relajarte al final del día, sobre todo si pasas mucho tiempo de tu jornada de pie, si sufres de varices o si sientes pesadez en las piernas. Esta postura es también muy fácil de llevar a cabo y, si la descubres, es muy posible que te hagas adicta a ella.
En una sesión de yoga se suele incluir en el calentamiento y hay dos formas de realizarla: una en movimiento y otra en reposo. Te recomendamos la segunda opción cuando el objetivo es el que nos interesa en este momento, que no es otro que conseguir relajarnos y aliviar la ansiedad. Al estar en esta postura, la respiración se vuelve más rítmica y lenta de lo habitual, despejamos la mente y aliviamos tensiones musculares.
Túmbate boca arriba sobre una esterilla junto a una pared. Eleva las piernas para apoyarlas en la pared y formar un ángulo de 90º con el cuerpo. Extiende los brazos a lo largo del cuerpo y respira profundamente. Para relajarte aún más, puedes ponerte un antifaz en los ojos. Si lo necesitas pon una almohada baja o un cojín en la zona del cuello o de las lumbares. Una vez que sientas que estás en la postura adecuada, puedes permanecer en ella hasta 20 minutos y verás qué relajada te sientes. Antes de incorporarte, gírate lentamente hacia un lado.
Balasana o postura del niño es una de las posturas de yoga más utilizadas en otras disciplinas, como el pilates, o para estirar después de una sesión de ejercicio físico intensa. Considerada una postura de descanso en yoga, también sirve para estirar la musculatura de los brazos, la espalda y la zona lumbar. Al mismo tiempo, relaja y favorece una respiración conectada con el cuerpo, ayudando a aliviar cualquier tipo de estrés. Cualquier momento es bueno para ponerla en práctica, pero puede serte de gran ayuda antes de ir a dormir, sobre todo sin tienes problemas para conciliar el sueño.
Para realizar la postura del niño o balasana, en primer lugar debes ponerte de rodillas sobre una esterilla o colchoneta, asegurándote de que las rodillas están al ancho de tus caderas. A continuación, junta los pulgares de los pies y procede a sentarte sobre los talones y manteniendo siempre la espalda recta. Desde ahí, comienza a bajar el cuerpo mientras exhalas aire, redondeando la espalda, hasta que tu frente toque el suelo y el pecho se apoye sobre las rodillas. Por último, pon tus brazos paralelos al cuerpo, aunque también puedes extenderlos hacia delante si necesitas estirar la musculatura de la espalda.
Suscríbete a la newsletter de Divinity y recibirás toda la información de celebrities y corazón cada semana en tu mail.