Ion Aramendi, quien estará a cargo de las Campanadas en Telecinco, ha dejado a muchos sorprendidos no solo por su papel protagonista, sino por su cambio físico. El presentador, según la última información que ha compartido su mujer María de Amores, ha perdido 9 kilos y ocho centímetros de cintura en solo dos meses gracias a un plan alimenticio poco convencional: la dieta del bocadillo. Más allá del resultado -no es el único que se atreve a plantear este plato como saludable, ya lo hizo Tamara Falcó- su experiencia nos invita a reflexionar sobre el papel de los carbohidratos en nuestra dieta diaria y cómo pueden ser parte de un estilo de vida saludable, sin necesidad de recurrir a restricciones extremas.
Este enfoque, ideado por la nutricionista Terica Uriol, desafía el mito que asocia los carbohidratos con el aumento de peso. La dieta del bocadillo no consiste en comer pan indiscriminadamente, sino en integrarlo inteligentemente en el día a día, usando opciones integrales y combinándolo con ingredientes saludables como proteínas magras, vegetales o grasas ligeras. Según este método, el problema no son los carbohidratos, sino las grasas que a menudo los acompañan en nuestra dieta diaria. Así, este plan busca reeducar nuestros hábitos alimenticios y demostrar que el pan, lejos de ser un enemigo, puede formar parte de una dieta equilibrada y efectiva.
Durante años, muchas dietas populares han eliminado o reducido drásticamente los carbohidratos para fomentar la pérdida de peso. Métodos como la dieta cetogénica se basan en eliminar este macronutriente para inducir un estado metabólico de cetosis, donde el cuerpo quema grasas en lugar de glucosa. Aunque esta estrategia puede resultar en una pérdida rápida de peso inicial, gran parte de ella es agua asociada a las reservas de glucógeno, y no siempre se traduce en una pérdida de grasa sostenible. Además, estas dietas tienden a ser insostenibles y pueden tener efectos secundarios como fatiga, falta de concentración y una relación negativa con los alimentos.
Lo que hace especial a la dieta del bocadillo es que no prohíbe ningún grupo alimenticio en su totalidad, sino que promueve un consumo equilibrado y consciente. La relación con los carbohidratos debería basarse en el conocimiento, no en el miedo. Aunque muchas personas asocian los carbohidratos con alimentos ultraprocesados como dulces y panes blancos, existen muchas alternativas saludables y accesibles. Elegir opciones integrales y menos procesadas no solo beneficia el control de peso, sino que también mejora nuestra salud metabólica y digestiva.
Los carbohidratos son la fuente principal de energía para el cuerpo y el cerebro. Optar por opciones saludables, como panes integrales, avena, frutas, vegetales y legumbres, puede mejorar el rendimiento físico, la concentración y la salud metabólica en general.
Incorporar carbohidratos de manera sostenible en tu dieta no solo es posible, sino también beneficioso para la salud y el bienestar general. La clave está en elegir fuentes de calidad y combinarlas de manera equilibrada con otros macronutrientes. Optar por carbohidratos integrales es un gran punto de partida: sustituir el pan blanco por pan integral o el arroz blanco por su versión integral no solo aumenta el contenido de fibra en la dieta, sino que también contribuye a una liberación de energía más estable. Cereales como la quinoa o el mijo son opciones nutritivas que aportan minerales esenciales y proteínas vegetales.
Las legumbres, como garbanzos, lentejas y frijoles, son otra excelente fuente de carbohidratos complejos. Además, contienen fibra y proteínas vegetales, lo que las convierte en un alimento muy completo. Variar las fuentes de carbohidratos es igualmente importante. Incluir frutas frescas y tubérculos como la papa o el camote diversifica los nutrientes y sabores de las comidas, proporcionando antioxidantes, vitaminas y energía de forma natural.
Por último, es fundamental combinar los carbohidratos de forma inteligente para mantener un índice glucémico equilibrado y prolongar la saciedad. Acompañarlos con proteínas magras, como pollo, huevo o tofu, y grasas saludables, como el aguacate o el aceite de oliva, no solo mejora el perfil nutricional del plato, sino que también evita picos de azúcar en sangre. Este enfoque sostenible no se trata de restringir, sino de aprender a aprovechar el potencial nutritivo de los carbohidratos en beneficio de nuestra salud.
Una de las grandes ventajas de esta dieta es su flexibilidad y sencillez, lo que la hace accesible para la mayoría de las personas porque se adapta bien a los gustos y costumbres alimenticias, algo que la hace más sostenible en el tiempo. Eso sí, siempre es importante recordar que cada cuerpo es diferente. Personas con condiciones específicas, como diabetes no controlada o intolerancia al gluten, deberían adaptar este enfoque a sus necesidades particulares bajo la supervisión de un profesional.
El enfoque de esta dieta también rompe con la idea de que “ponerse en forma” requiere sacrificios extremos. En lugar de privarse, Ion Aramendi ha demostrado que pequeños ajustes sostenibles, como equilibrar las proporciones de nutrientes, pueden marcar una gran diferencia.
La experta detrás del método de Ion Aramendi, Terica Uriol, también divulga información sobre cómo adoptar hábitos saludables que complementen la dieta. Entre ellos, destaca consumir alimentos de temporada, optar por frutas y verduras variadas, mantener una buena hidratación con seis vasos de agua diarios y practicar ejercicio regularmente. Además, aconseja incluir especias y hierbas en las comidas para potenciar el sabor sin añadir calorías extra, consumir pan, pasta o arroz integrales en una o dos raciones diarias, y ajustar ligeramente las porciones a las necesidades actuales. Así que, si estás buscando mejorar tu alimentación, quizás sea hora de reconciliarte con los carbohidratos. Recuerda que no son enemigos, sino aliados si sabes cómo usarlos.
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