Aunque disfrutar de una cerveza, un vino o un refresco sea una costumbre social arraigada en muchos países, estas bebidas no son precisamente la opción más saludable. El consumo frecuente de alcohol y refrescos cargados de azúcar puede tener un impacto negativo en la salud a largo plazo (como han confesado algunos famosos que lo han dejado). Sin embargo, si vas a optar por alguna de estas bebidas, es importante tener toda la información para elegir la menos perjudicial. En este artículo, analizaremos el contenido de azúcar en la cerveza, el vino y los refrescos, creando un ranking de lo más a lo menos dañino, y propondremos alternativas más saludables para cuidar mejor de nuestro cuerpo.
El consumo de alcohol, independientemente de la bebida elegida, conlleva una serie de riesgos para la salud. A largo plazo, el alcohol puede afectar el funcionamiento del hígado, aumentando el riesgo de enfermedades hepáticas como la cirrosis. También está vinculado a un mayor riesgo de desarrollar cáncer, especialmente en el hígado, la boca y el esófago. El alcohol afecta al sistema cardiovascular, incrementando la presión arterial y el riesgo de enfermedades del corazón. Además, es una fuente de "calorías vacías", lo que contribuye al aumento de peso sin aportar ningún valor nutricional. El consumo excesivo de alcohol también perjudica el sistema inmunológico, dificultando la capacidad del cuerpo para combatir infecciones, y puede afectar la salud mental, al estar relacionado con problemas como la ansiedad, la depresión y los trastornos del sueño.
Comencemos con la cerveza, que es una de las bebidas alcohólicas más consumidas a nivel mundial. Aunque no se asocia típicamente con un alto contenido de azúcar, la cerveza contiene carbohidratos provenientes de los cereales que se utilizan en su producción, que se descomponen en el cuerpo en glucosa (azúcar). De media, una cerveza estándar (de 330 ml) contiene alrededor de 10 a 15 gramos de carbohidratos, de los cuales una pequeña parte es azúcar. Aunque su contenido en azúcar no es tan elevado como el de otras bebidas, la cerveza sí aporta calorías vacías, lo que puede contribuir al aumento de peso si se consume con frecuencia.
Otra preocupación relacionada con la cerveza es que el alcohol en sí interfiere con la capacidad del cuerpo para metabolizar grasas, lo que puede afectar el control de peso. Además, su alto contenido calórico puede ser engañoso, ya que a menudo no somos conscientes de las calorías que estamos ingiriendo mientras bebemos.
El vino, tanto tinto como blanco, contiene azúcares naturales provenientes de las uvas. La cantidad de azúcar varía según el tipo de vino. En promedio, una copa de vino (150 ml) puede contener entre 0,9 y 3 gramos de azúcar en los vinos secos, mientras que los vinos dulces pueden tener hasta 10 gramos de azúcar por copa.
El vino tinto, en particular, ha sido promocionado por sus supuestos beneficios para la salud, gracias a su contenido de antioxidantes como el resveratrol. Sin embargo, estos beneficios se limitan a un consumo moderado, y el exceso de alcohol puede tener graves consecuencias para la salud. El vino blanco, por otro lado, tiende a ser más dulce y tener un mayor contenido de azúcar que el vino tinto seco, lo que lo convierte en una opción menos saludable en este sentido.
Los refrescos, especialmente los azucarados, son los mayores culpables cuando se trata de bebidas con alto contenido de azúcar. Una lata de refresco de 330 ml puede contener entre 35 y 40 gramos de azúcar, lo que equivale a aproximadamente 10 cucharaditas de azúcar. Esta cantidad supera con creces la cantidad diaria recomendada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que sugiere limitar la ingesta de azúcares libres a menos del 10% de la ingesta calórica diaria, idealmente por debajo del 5%.
El consumo regular de refrescos azucarados está asociado con un mayor riesgo de enfermedades como la diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares y obesidad. Además, los refrescos no ofrecen ningún valor nutricional y su alto contenido de azúcar puede causar picos en los niveles de glucosa en sangre, seguidos de caídas bruscas, lo que provoca una sensación de hambre poco después de su consumo.
En este ranking, los refrescos son claramente los más perjudiciales en cuanto a contenido de azúcar, seguidos por los vinos dulces. Las cervezas, aunque no tienen tanto azúcar, aportan carbohidratos y calorías vacías. El vino seco, especialmente el tinto, es la opción menos cargada de azúcar.
Si buscamos alternativas más saludables para acompañar nuestras comidas o eventos sociales, podemos considerar las siguientes opciones:
Aunque ninguna de las bebidas alcohólicas es ideal desde el punto de vista nutricional, es evidente que hay diferencias en cuanto a su impacto en la salud. Sin embargo, lo más importante es tomar decisiones informadas y optar por bebidas que no solo nos gusten, sino que también aporten algo positivo a nuestra salud.
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