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Los 3 tipos de empatía y cómo desarrollarla

La empatía es imprescindible para tener relaciones sanas con otras personas. Es, en esencia, la capacidad para ponernos en el lugar del otro y, así, intuir cómo se siente y qué piensa para responder de una forma solidaria. Hay muchas formas de manifestar la empatía y, aunque lo esperable es que aparezca de manera natural, es conveniente esforzarnos por aprender a ponerla en práctica.

El término empatía, que procede de la palabra alemana einfühlung, fue introducido por el psicólogo estadounidense E.B. Titchener en la lengua inglesa. A día de hoy se considera que hay 3 tipos de empatía, tal y como apunta el psicólogo Daniel Goleman en su ensayo Focus: Desarrollar la atención para alcanzar la excelencia. Descubre cuáles son y cómo puedes desarrollarlas. 

Los beneficios de la empatía

Tal y como hemos dicho, la empatía es clave a la hora de establecer relaciones interpersonales saludables, algo que se traduce en beneficios tan importantes como estos:

  • Conectar con una persona a la que quieres ayudar estableciendo una conexión rápida y efectiva, entendiéndola pero respetando su situación y sin juzgarla. Así podemos ser solidarios con el otro y ofrecer el apoyo que se necesita.
  • Fortalecemos las relaciones con los demás, porque al ser empáticos se desarrolla la confianza mutua y se enrique el vínculo, sea familiar, amistoso o laboral.
  • Evitamos conflictos que pueden generarse al no tener en cuenta las emociones y sentimientos de otras personas. La empatía nos ayuda a que los posibles malentendidos se resuelvan de manera pacífica.
  • Conocer otros puntos de vista, algo que siempre amplía nuestra mirada del mundo. Y es que al poner en práctica la empatía hacemos el esfuerzo de entender que cada persona es distinta a las demás, y tiene una forma de sentir y pensar que no tiene por qué coincidir con la nuestra.
  • Respetar las opiniones de los demás es imprescindible para poner en práctica la empatía, con una actitud positiva que nos beneficia mucho, a nosotros y a los demás, en el día a día. 

La empatía cognitiva

La empatía cognitiva funciona como una canal de información que nos permite comprender lo que una persona puede estar sintiendo o pensando. De una manera práctica nos ayuda a ser capaces de entender por lo que alguien puede estar pasando y, así, detectar si necesita ayuda y si está en nuestra mano ofrecerla. Es muy útil en las relaciones personales, pero también en las laborales, ya que amplía nuestra percepción de lo que los demás pueden esperar de nosotros. 

La empatía emocional

Cuando ponemos en práctica este tipo de empatía estamos creando una conexión emocional con la otra persona, como si sintiéramos en nuestro propio cuerpo qué está sintiendo el otro. Esta empatía emocional la sentimos desde que somos bebés y a través de ella podemos desarrollar la compasión que nos permite ayudar a quien lo está necesitando.

La empatía compasiva

Este tipo de empatía solo se produce cuando se dan las dos anteriores. Es decir, es la que sentimos cuando hemos sido capaces de entender qué le pasa a la otra persona y de conectar con sus emociones. Entonces, tal y como decíamos antes, somos capaces de actuar gracias a la compasión.

Cómo desarrollar la empatía

Aunque podemos sentir empatía sin ser conscientes de ello, si nos proponemos ponerla en práctica, podemos desarrollarla para mejorar nuestras relaciones interpersonales. Estos son los consejos que te ayudarán a que la empatía sea uno de los rasgos que definan tu personalidad

  • Escucha con atención lo que el otro tiene que decirte y hazle saber que te interesa lo que te está diciendo. Es una forma de entender que no estás sola en el mundo y de favorecer relaciones sanas y fluidas.
  • Evita prejuzgar, porque los prejuicios nos impiden practicar la empatía y eliminan la posibilidad de conocer verdaderamente a una persona. 
  • Sé agradecida siempre que tengas oportunidad por todos aquellos gestos amables y favores que recibas de otras personas. 
  • Comunícate con asertividad, expresando con claridad lo que piensas y sientes, respetando al mismo tiempo lo que piensan y sienten los demás. 
  • Valora el sufrimiento ajeno, sin minimizar lo que a otra persona le puede hacer sentir mal. Algo que puede parecernos una tontería puede ser muy importante para otra persona.

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