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Divorcio silencioso: qué es y por qué este fenómeno está de moda en España

Cuando hace algo más de una año Meryl Streep hizo oficial su separación del escultor Don Gummer, su marido durante casi 45 años, lo que realmente nos sorprendió fue saber que llevaban seis años separados. Fue el portavoz de la actriz el que hizo la comunicación pública: "Don Gummer y Meryl Streep están separados desde hace más de 6 años y, aunque siempre se cuidarán el uno al otro, han elegido vivir separados". Lo que en aquel momento parecía un hecho aislado, es más bien una tendencia en las relaciones de pareja, se conoce como divorcio silencioso y es un fenómeno de moda en España. Terminar una relación no es sencillo en muchas ocasiones, sobre todo cuando la pareja convive desde hace años. Y, a veces, el adiós definitivo parece no llegar nunca.

El fenómeno del divorcio silencioso

Las rupturas son complicadas, hasta las más sencillas, porque entran factores muy importantes en juego. El principal es el emocional, tener que asumir que la relación ha terminado. A pesar de vivir en una época en la que ya no creemos en que el amor es para siempre (aunque pueda serlo) y hemos normalizado que las relaciones acaban, seguimos resistiéndonos a aceptarlo.

Y si además introducimos factores económicos, hijos, la vivienda en común… muchas veces parece que merece más la pena seguir juntos que iniciar todos los trámites y acuerdos que implica una separación. Entonces comienza una convivencia que puede parecer armoniosa de cara a la galería, pero que de puertas para adentro se acerca a la indiferencia mutua. 

Cómo se llega al divorcio silencioso

En ocasiones, hay relaciones que terminan porque un suceso inesperado y determinante provoca la ruptura y esta puede darse sin que quede ninguna duda al respecto. Pero lo más habitual es que en la convivencia se produzca un desgaste a nivel emocional, sin que por eso se haya perdido el cariño entre ambos. El distanciamiento aparece con sigilo mientras que los lazos que nos unen se van difuminando.

Los planes comienzan a hacerse por separado, la comunicación es rutinaria y, si la vivienda lo permite, se comienza a dormir separados. La conversación puede darse, intuirse, hablar de la modificación de sentimientos, y repetirse varias veces hasta que se pronuncia la palabra “ruptura”. Y esto puede durar años. En algunos casos el final definitivo nunca llega y se mantiene ese limbo emocional de por vida.

¿Por qué se mantiene el divorcio silencioso?

Cuando se ha vivido muchos años en pareja, imaginar la vida en solitario puede parecer imposible. Se nos olvida con demasiada facilidad que hubo un tiempo en el que esa otra persona no existía para nosotros y éramos capaces de disfrutar de todo, al tiempo que nos llevábamos adelante nuestra vida. La idea de la soledad puede llegar a aterrar y, en ese caso, parece funcionar el “más vale lo malo conocido”. Cuando hay dificultades económicas (para uno o para ambos), la cosa se complica. Y si hay hijos en común, el miedo a que sufran puede llegar a paralizarnos. Como decíamos al principio, separarse no es fácil, qué duda cabe.

Las rupturas y el entorno

Comunicar a los amigos y familia que nuestra relación ha terminado también es complicado. Con el tiempo se han creado hábitos con otras personas y relaciones en las que nos hemos habituado a funcionar como pareja, no de manera individual. Es lo del “cómo repartimos los amigos” que decía la canción. Si no hay nada que repartir, nadie sale (aparentemente) perdiendo. Y no podemos engañarnos, el sentimiento de fracaso sigue estando asociado a la ruptura sentimental, aunque esto es algo que deberíamos tener bien que superado. Así que, entre unas cosas y otras, mantener la imagen de pareja parece darnos una estabilidad con el entorno que tememos ver destruida. 

No, el divorcio silencioso no es bueno

No se trata de una apreciación de corte moralista, sino de salud. Y es que el divorcio silencioso la perjudica. Por muy bien que nos llevemos con nuestra no-pareja, estamos experimentando una limitación de nuestra vida y de nuestras emociones. A esto hay que añadirle que se finge de cara a la galería, algo que irremediablemente nos termina por pasar factura. Y esto es así incluso cuando se llega a un pacto entre ambos. 

Las consecuencias son, principalmente psicológicas, ya que dejamos de llevar las riendas de nuestra vida y la falta de autoestima se acrecienta casi sin que nos demos cuenta. Lo que antes era natural, deja de serlo, al mismo tiempo que desaparecen los siempre estimulantes planes de fututo, así que el desánimo y la desgana aparecen sin remedio. Por eso, si detectamos que estamos ante esta situación y que no encontramos las fuerzas para dejar ir a la otra persona, es esencial buscar ayuda profesional. Así podremos, más pronto que tarde, dar ese paso tan necesario y empezar a descubrir todo lo bueno de la nueva vida que nos espera.

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