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Santa María la Mayor, la basílica donde será enterrado el papa Francisco: su vínculo con España y más curiosidades

El próximo sábado, y cumpliendo el breve y sencillo testamento que dejó el papa Francisco, será enterrado no en las grutas vaticanas, donde muchos de ellos recibieron sepultura, sino en la Basílica romana de Santa María la Mayor. Aunque esta decisión ya había trascendido a los medios en vida del Sumo Pontífice, lo cierto es que se confirmó cuando se hizo público el testamento de Francisco, el mismo día de su fallecimiento.

Al margen del porqué de esta decisión, Santa María la Mayor es uno de los lugares más icónicos y hermosos de la Ciudad Eterna. ¿Te apetece conocerla?

Una de las cuatro “grandes” de la iglesia católica

Comencemos por el rango que la Iglesia le concede a esta basílica. Entre los edificios religiosos del catolicismo se establecen tres jerarquías: la iglesia, que es un lugar de culto destinado a la oración; la catedral, iglesia principal de una diócesis y sede del obispo o arzobispo de esa ciudad, y la basílica, que es una iglesia con una importancia especial reconocida por la Santa Sede y que es a menudo un lugar de peregrinación. En España tenemos varias: Santiago de Compostela es catedral basílica, como lo es también la de Bilbao.

Dentro de las basílicas existen las llamadas basílicas mayores, que son los templos católicos de más alto rango. En todo el mundo solo existen cuatro: tres de ellas están en Roma y la cuarta, la Basílica de San Pedro, en el Vaticano. Las otras tres son San Juan de Letrán, San Pablo Extramuros y Santa María la Mayor.

¿Por qué ha elegido el papa Francisco ser enterrado allí? Tal como él mismo expresó, por su vínculo no solo con la Virgen María, en honor de quien fue erigido el templo, sino con la propia basílica, lugar que el papa, cuando aún era Jorge Bergoglio, acudía cada vez que visitaba Roma. 

Una mezcla irrepetible de estilos arquitectónicos

La construcción de Santa María la Mayor se remonta nada menos que al siglo V, cuando el papa Sixto III ordenó la construcción de un templo en Roma dedicada al culto de la Virgen. De sus primeros siglos se conservan numerosos mosaicos o las columnas jónicas de mármol de Atenas que separan sus tres naves.

Pero dicha iglesia ha sufrido numerosas modificaciones a lo largo de la historia, tanto para ser ampliada como reconstruida (un terremoto en el siglo XIV la dañó seriamente). De la Edad Media es, por ejemplo, su campanario, de 75 m de altura y el más elevado de toda Roma. Hay que tener en cuenta que, además, esta basílica se encuentra situada en la más alta de las siete colinas sobre las que se fundó la ciudad: el monte Esquilino.

Destaca también el artesonado de su techo, ya de una época posterior (es renacentista, del siglo XVI), y se dice que el dorado que lo cubre se hizo con el primer oro que trajeron de América los Reyes Católicos a Alejandro VI, papa español. Fachada, cúpula y capillas pertenecen al Barroco (siglo XVIII).

Personalidades enterradas bajo su suelo

Como decíamos al principio, casi todos los papas están enterrados en las grutas del Vaticano. Pero no todos. Unos cuantos, la mayoría de etapas previas a la finalización de la Basílica de San Pedro: Honorio III, Nicolás IV, san Pío V, Sixto V, Clemente VIII y IX y Pablo V son pontífices cuyas sepulturas se encuentran en distintos rincones de Santa María la Mayor. Allí será enterrado también Francisco. Pero, además de estos sumos sacerdotes, el famoso escultor Gian Lorenzo Bernini o la hermana de Napoleón, Paulina Bonaparte, yacen bajo su suelo.

Su fuerte vínculo con España desde Felipe IV hasta hoy

Santa María la Mayor merece una detenida visita no solo por ser el lugar en el que reposan los restos de varias personalidades de la iglesia, sino por su belleza única. Como ya hemos dicho, en su interior encontramos obras de arte de un amplio periodo de la historia. Y una de ellas es la estatua erigida en honor de Felipe IV, el penúltimo de los reyes españoles de la dinastía de los Austrias. Felipe IV fue uno de los grandes benefactores de la iglesia católica, y su vínculo con Roma fue tal que, tras su muerte, y según sus propios deseos, se erigió la Obra Pía a Santa María la Mayor, mediante la cual se establecía una renta anual para el cabildo catedralicio a cambio de honores y rezos para la monarquía española. Fue nombrado protocanónico honorario, título simbólico que todos los reyes de nuestro país poseen desde entonces, al menos, hasta Juan Carlos I (hasta donde sabemos, Felipe VI no tomó posesión de dicho nombramiento).

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