La placentofagia, el acto de comer la placenta después del parto, se ha puesto de moda en los últimos años, promovido en parte por algunas celebrities tras dar a luz a sus bebés. Kim Kardashian, Alicia Silverstone o Jennifer Lopez son una pequeña muestra de rostros conocidos que han confesado públicamente haber realizado esta práctica, hablando posteriormente de los supuestos beneficios que aporta a la salud.
La última en apuntarse a esta tendencia ha sido Evaluna. Camilo, su marido, recordaba este martes en ‘La Resistencia’ que “se la encapsularon y se la comió” minutos después de dar a luz a Índigo. Una experiencia que no debió gustar a la cantante, pues Camilo recreó la cara de angustia que puso su chica mientras la ingería.
La placenta cumple una función determinada y vital para la gestación, la de hacer llegar nutrientes y oxígeno al bebé. Una vez se produce la salida del bebé del útero materno, ocurre también el alumbramiento, que es la salida de este órgano, que suele ser desechada al cumplir su función.
Sin embargo, hay casos en los que los padres del bebé deciden conservarla para realizar algún ritual, o lo más habitual, para comerla cocinada o cruda, encapsularla o beberla en un batido. Uno de los argumentos más habituales entre los defensores de seta práctica es que los mamíferos se comen la placenta nada más nacer. Pero es únicamente un comportamiento de supervivencia. Lo hacen fundamentalmente para no dejar rastro a los depredadores de que hay una cría indefensa, función que no tiene ningún sentido entre los humanos.
Mª Ángeles Serrano García, catedrática de Bioquímica y Biología Molecular en la Facultad de Medicina de la Universidad de Salamanca, asevera que no existe ninguna base científica que justifique este hábito. Hasta el momento no hay estudios científicos que avalen la placentofagia en humanos. Desde el ‘Royal College of Obstetricians and Gynaecologists’ (RCOG) se reivindica que “no existen razones ni beneficios para hacerlo en seres humanos”.
Pese a que muchas mujeres necesitan un suplemento de hierro después del parto, comerse la placenta no está probado que suba los niveles. Un estudio, publicado en Journal of Midwifery Women’s Health, ha tirado por tierra este falso beneficio a tras realizar un estudio con 23 mujeres embarazadas. De la misma forma, otros de los grandes motivos por el que muchas se lanzan a consumirlas han sido desmentidos: investigadores han desmontado con estudios la teoría de que estas píldoras ayuden a superar la depresión posparto, aumenten los niveles de energía o refuerce el vínculo madre e hijo, entre otros mitos.