El síndrome de Wendy toma su nombre de la famosa historia de Peter Pan, afecta a las mujeres y se intensifica cuando son madres. Se trata, en esencia, de la necesidad de cuidar a otros para afirmar la propia identidad. Y aunque conlleva problemas, el síndrome de Wendy es difícil de detectar, ya que el rol de la mujer como alguien que cuida y asume responsabilidades de manera natural está muy arraigado en la sociedad.
Aunque el síndrome de Wendy no se encuentra registrado clínicamente, sí hay síntomas claros que pueden ayudarte a detectar si lo padeces o estás cerca de padecerlo:
Por mucho que nos pese admitir que esto ocurra, el síndrome de Wendy es causado, principalmente, por esa imagen de la mujer que hemos adquirido en nuestra educación y que la sociedad perpetúa. La mujer y madre sacrificada y abnegada, que antepone el bienestar de los demás al suyo propio, y que cuidando a otros consigue realizarse, es un lastre que aún no hemos conseguido quitarnos.
El miedo al rechazo y a no sentirse queridas late bajo el síndrome de Wendy, aunque al tiempo se da la contradicción de que son mujeres fuertes, resolutivas y con una gran iniciativa, pero que invierten todo ese potencial en hacer feliz a los demás. Pero, como te comentábamos antes, al tratarse de un comportamiento normalizado es muy difícil de detectar.
Vivir de esta manera, siempre pendiente de los demás y con el miedo al rechazo presente, es algo que va haciendo mella en la mujer. Con el tiempo, el síndrome de Wendy puede causar:
Cambiar los patrones y darle a su bienestar el lugar que se merece, son elementos claves para salir de este síndrome, al tiempo que se estará dando un ejemplo adecuado a nuestros hijos e hijas para que no se reproduzca en el futuro.