Cada vez somos más conscientes de la importancia que tiene un buen protector solar para cuidar nuestra piel y la de los más pequeños de la casa de los rayos del sol. Esto no quiere decir que no sigamos cometiendo ciertos errores a la hora de aplicarlo.
Estos fallos, que podrían parecer de menor importancia e incluso poco relevantes, pueden hacer que la protección resulte menos efectiva, haciendo que resulten ineficaces y que no cumplan la función para la que fueron creados, comprados y aplicados. Podemos encontrarnos con quemaduras solares por no evitarlos.
Cuáles son los errores más comunes al aplicar el protector solar
No utilizar el protector adecuado. Existen protectores solares especialmente diseñados para niños y son estos los que se les debería aplicar. Es importante que estos sean filtros físicos, sobre todo en menores de tres años, porque se quedan en la superficie de la piel y no entran al torrente sanguíneo.
No aplicar la cantidad necesaria. En caso de no aplicar la cantidad necesaria, el filtro de protección que se espera de ellos será menor, por lo que su eficacia también descenderá. No poner la suficiente puede crear una falsa sensación de seguridad, haciéndonos pensar que está protegido cuando no es así.
Dejarse partes sin aplicar. Esto sucede también en el caso de los adultos, pero con los niños, que casi nunca paran quietos, es más fácil olvidarnos de algunas partes del cuerpo claves, como la parte interna de brazos y piernas, las orejas, los pies o la parte posterior del cuello, esto último muy frecuente si se tiene el pelo largo y después se recoge.
Poner el protector en el momento. Llegar a la playa, colocar la sombrilla, extender la toalla y, una vez que lo tenemos todo controlado, ¿ponemos el protector? Esto es un error pues, como explican en los botes de crema, es necesario aplicarlo un poco antes de la exposición al sol (una media hora). Además, es fundamental repetir la aplicación cada cierto tiempo.
Utilizar protectores solares de años anteriores. A nadie le gusta desperdiciar algo que está a medias, pero en estos casos es imprescindible asegurarse de que el protector no ha alcanzado su fecha de caducidad. Si el olor o el color han cambiado, es mejor tirarlo.
Usar camisetas como sustituto del protector. Para evitar que el sol incida sobre la piel, pensamos que una camiseta es suficiente y no es verdad. Si bien se está más protegido que si se llevara, no lo hace tanto como los protectores solares oficiales.
Olvidar el protector los días nublados. La radiación UVA atraviesa las nubes, las sombrillas y los cristales, se refleja en el agua y en la arena, por eso la aplicación del protector solar tiene que ser parte de nuestra rutina diaria, tanto en los días soleados como en aquellos en los que el cielo amanece encapotado.
Exponerles en horas de mayor radiación. Los expertos lo repiten constantemente, hay que evitar la exposición al sol en esas horas del día, algo que también se aplica a los niños. Entre las 12 h y las 16 h la radiación es máxima, por lo que lo mejor es evitar pasar esa franja horaria al sol.