El descanso es esencial para los niños, sobre todo para los más pequeños. Por eso, además de dormir por la noche, es necesario que duerman la siesta en uno o varios momentos del día, dependiendo de su edad. A partir de los 6-8 meses comienzan a tener patrones de sueño más estables y comienza una etapa en la que pueden ser necesarias las siestas de rescate. Estas siestas tienen ciertas características que debes conocer y, sobre todo, saber cómo pueden ayudar a tu bebé a llegar a la noche sin agotamiento, pero sí con el sueño necesario para dormir.
Seguramente ya has observado que tu hijo, si llega demasiado cansado a la hora de dormir, tiene problemas para conciliar el sueño. Es más, seguro que es algo que reconoces en ti misma, cuando te pasas de actividad diaria y por la noche te cuesta dormir de lo cansada que estás. Es entonces cuando entran en juego las siestas de rescate, que tienen como objetivo evitar ese malestar con el que el bebé puede llegar a la noche cuando no ha dormido lo suficiente durante el día. Es decir, se pretende que el niño cumpla con las horas de sueño diario que le corresponden según su edad.
Te contamos qué caracteriza a una siesta de rescate, y que la diferencia de las siestas rutinarias de tu bebé:
No hay normas para determinar cuándo es necesaria una siesta de rescate, pero sí hay circunstancias que pueden indicarnos que es lo que más le conviene al bebé. Lo ideal es llevar un control de cuántas siestas lleva en el día y cuánto ha dormido en total, para detectar que no se ha alcanzado el descanso mínimo necesario.
También es importante prestar atención al bebé si se muestra más cansado de lo habitual. Puede que haya dormido lo mismo que otros días, pero que las circunstancias le hagan estar más cansado: un viaje, el comienzo de la escuela infantil… A veces, sencillamente, ha dormido ya sus siestas correspondientes pero falta mucho para acostarle por la noche y se produce una ventana de sueño muy larga. En ese caso, también puedes valorar adelantar la hora de dormir.