Aprender a leer es un hito en el desarrollo de los niños que los padres celebramos con orgullo, ya que se trata de una habilidad fundamental que van a utilizar toda su vida. Eso ha provocado que en los últimos años haya aumentado el interés por la enseñanza temprana de la lectura, convirtiéndose a menudo en una presión para el niño, sin tener en cuenta cuál es su ritmo de aprendizaje. Por esta y otras razones que te contamos aquí, no debemos obligar a los los niños a leer antes de los seis años. Si dejas las prisas a un lado, tu hijo descubrirá la magia de la lectura cuando esté listo para ello, contando con el tiempo y el apoyo adecuados.
La lectura debe ir precedida del desarrollo de otras habilidades, como el desarrollo del lenguaje oral o la coordinación motora fina, ya que están en la base de este nuevo aprendizaje. Además, es importante que el niño haya adquirido el suficiente vocabulario para poder comprender qué está leyendo y disfrutar con ello.
Cada niño se desarrolla a un ritmo y forzar la lectura cuando aún no está preparado solo puede hacer que se desmotive y se sienta frustrado. Por eso hay que respetar el desarrollo individual y fomentar el amor por la lectura de manera natural. Y, de este modo, se convertirá en una base sólida y bien construida para futuros aprendizajes.
Si se fuerza a un niño a leer antes de tiempo, lo más posible es que sea para él una experiencia negativa que asocie con la lectura. Las prisas no ayudan a algo que es más importante que aprender a leer, y es el hecho de hacerlo de una manera positiva y placentera, que suponga una motivación para leer en el futuro.
Esto tiene que ver con lo anterior. Para que no haya un desinterés por la lectura a largo plazo, esta debe adquirirse de manera gradual, alentando la curiosidad y, sobre todo, el disfrute. Cultivar el amor por la lectura tiene que ir de la mano del aprendizaje, y una de las claves, además de respetar el ritmo de cada niño, es buscar lecturas que se correspondan con sus gustos e intereses.
Antes de cumplir seis años, los niños viven una etapa crucial en su desarrollo en la que adquieren diferentes habilidades esenciales. Se trata de habilidades motoras, cognitivas, emocionales y sociales, en las que debemos enfocarnos antes de dar el salto a la lectura. Debemos dejar que nuestros hijos jueguen, exploren el mundo que les rodea e interactúen a nivel social, porque es lo más importante para ellos en esos años. Y la lectura, como el resto de aprendizajes, llegará a su debido tiempo.