El éxito académico de tus hijos no consiste solo en las buenas calificaciones en el boletín de notas. Tras ellas, se encuentra un aprendizaje que implica mucho más que estudiar con ahínco cada asignatura, y que tiene que ver con la capacidad de tus hijos para sacar todo su potencial. Hablamos de responsabilidad, autoestima, motivación o límites, que deben ser tus grandes retos educativos y que tendrán su reflejo en los estudios.
Tener expectativas sobre tu hijo es positivo, siempre que sean realistas. Puedes esperar que se esfuerce, que aproveche el tiempo, que saque mejores notas en aquellas materias para las que tiene facilidad… Eso sí, ten cuidado de no proyectar en él objetivos que no están a su alcance.
Los límites y las rutinas son necesarios para tus hijos, ya que les ayudan a estructurarse y a desarrollarse de manera positiva. Establece horarios que les beneficien: a qué hora deben comenzar a estudiar, de cuánto tiempo disponen para ver el móvil o la tablet, a qué hora hay que ducharse y cenar, o cuándo deben ir a la cama para garantizar que descansan lo suficiente.
Podemos pensar que estudiar y esforzarse es su obligación, pero eso no impide que les motivemos y reconozcamos su trabajo. Felicítale por sus logros, los pequeños y los grandes e, incluso, puedes premiarle por las notas de fin de trimestre o por mejorar en alguna asignatura que se le estaba resistiendo.
El aprendizaje no es solo una cuestión académica. Desde casa y con diferentes actividades puedes estimular su gusto por aprender y adquirir conocimientos de una manera lúdica y relajada: visitas a museos y exposiciones, películas, libros o cuentos que traten temas de interés, etc.
Es fundamental que tu hijo disponga de un espacio destinado al estudio si quieres que se concentre y tenga un buen rendimiento. Necesita un escritorio propio con todo el material escolar necesario, que esté ordenado y que cuente con la iluminación adecuada. A ser posible, que esté en su habitación para que pueda concentrarse sin distracciones.
Esto no quiere decir que le hagas los deberes, pero sí que estés disponible para resolver dudas, aclarar conceptos, etc. Saber que cuenta con tu ayuda le sirve para no atascarse en determinados momentos y seguir un ritmo de trabajo fluido y efectivo.