Inculcar en los niños el hábito de comer de forma saludable a veces se convierte en una carrera llena de obstáculos. Por mucho que desde chiquititos les hayamos acostumbrado a seguir una dieta adecuada, según van cumpliendo años empiezan a protestar ante ciertos alimentos, como la fruta, la verdura y el pescado por multitud de razones. Puede haber llegado el momento de imitar el truco de Álvaro Bilbao para que tu hijo coma fruta, verdura y pescado.
Álvaro Bilbao es un neuropsicólogo, psicoterapeuta y doctor en psicología, que ha colaborado con la Organización Mundial de la Salud, con la Unión Europea o con el Children Center de Nueva York. También es padre de tres niños, de modo que a su experiencia académica y profesional añade el día a día en su casa, lo que trata de transmitir a través de los cursos que propone y en sus redes sociales.
Principalmente, defiende la educación en positivo, una crianza avalada por muchos estudios y por el mismo funcionamiento del cerebro. Tal como asegura Álvaro Bilbao “una educación basada en la comprensión y el afecto pero con límites y normas firmes es más eficaz, sencilla y mejor para su autoestima… que gritos, chantajes o castigos”. Desde su punto de vista, a través del juego y de la reflexión los niños interiorizan los conceptos, los entienden y los hacen suyos.
En el ámbito de la alimentación está demostrado que algunas estrategias no funcionan, como obligar a comer o dar al día siguiente lo que no se ha querido en la cena, incluso en determinados niños les provoca reacciones adversas llegando a aborrecer ciertos ingredientes.
Hacia los dos o tres años es cuando los pequeños empiezan a preguntar el porqué de todo lo que les rodea. Así no tardan en cuestionar a sus padres por qué se tienen que tomar, por ejemplo, el salmón con el brócoli y una mandarina de postre. Es habitual que muchos les responden “porque sí”, sin más explicaciones, o “es lo que hay y no se puede elegir”.
Sin embargo, teniendo en cuenta las premisas de educar en positivo que quiere divulgar Álvaro Bilbao, cabe la posibilidad de ir más allá y explicar a los niños cuál es la verdadera razón por la que es importante la ingesta de verduras, frutas y pescado. Esa razón les va a parecer de tal envergadura que ya nunca la van a olvidar y empezarán a ver estos alimentos con otros ojos.
El neuropsicólogo lo explica en un vídeo que publica en Instagram. En una amigable charla con unos niños les pregunta para qué creen que sirve el cerebro y una de las niñas le responde que “para pensar cosas”. Bilbao le dice que efectivamente pero que el cerebro también “sirve para estar contentos y para jugar”. Después, les muestra un plato con verdura, otro con un pescado y otro con frutas, y les lanza una segunda pregunta: “¿Sabéis por qué el pescado, las frutas y las verduras están aquí?”.
De este modo, les hace interesarse por estos tres tipos de alimentos y que sientan curiosidad por ellos. A continuación les aclara que las frutas y las verduras contienen muchas vitaminas y que precisamente esas vitaminas “son las cosas que necesita el cerebro para estar contento”. Bilbao prosigue su conversación con los niños con una tercera pregunta: “¿Y sabéis por qué el pescado es tan importante?”. Todos ellos empiezan a sentir verdadero interés por lo que les va a contar, de forma que les aclara que dentro del cerebro hay “grasita” y que la necesita para seguir funcionando. En este caso, comiendo pescado, “estamos llenando nuestro cerebro de la grasa más buena que hay para pensar más rápido, para que se nos den bien las matemáticas o para acordarnos bien de las cosas”.
La clave está en razonar, en reflexionar y en una comunicación cercana, para hacerles entender utilizando sus palabras el papel que tienen los alimentos en el funcionamiento correcto de cada órgano. Así los niños serán conscientes de la estrecha relación entre una dieta saludable y la capacidad de su cerebro y sus funciones cognitivas como la memoria o la concentración.
En el video, Álvaro Bilbao les convence de que comiendo estos alimentos podrán pensar más rápido y no más lento. Les enseña un plato con salmón, un pescado azul, que al igual que el atún, la caballa o las sardinas es rico en ácidos grasos omega-3 y ácido docosahexaenoico (DHA), que ayudan a regular la función neuronal. En la mesa también hay un plato con brócoli y pimientos. El brócoli “aumenta las proteínas de choque térmico, necesarias para la comunicación y conexión de las neuronas, al igual que protege el cerebro del estrés oxidativo”. Por su parte, los pimientos contienen gran cantidad de vitamina A, potasio y ácido fólico que ayudan a proteger los nervios y el cerebro.
Por último, en el plato de la fruta hay una manzana y unos plátanos. La manzana aporta vitaminas B1 y B6, que evitan el agotamiento mental y refuerzan la memoria, además de ser fuente de fósforo, mineral presente en los fosfolípidos del cerebro, potasio y sodio, indispensables para la conducción nerviosa. En cuanto a los plátanos, el potasio, la vitamina C y la vitamina B6 contribuyen a la producción de neurotransmisores vinculados a la concentración, por tanto, mejora la capacidad para memorizar, y como también aumentan el flujo sanguíneo cerebral, favorece el estado de alerta y la claridad mental.