El destete es una etapa fundamental en el desarrollo de los bebés y una experiencia significativa tanto para ellos como para sus padres. Una parte natural del crecimiento mediante el cual deja de alimentarse exclusivamente de leche materna y comienza a consumir alimentos sólidos. Una transición que no solo implica cambios en su dieta, sino también una adaptación emocional y física tanto para el él como para la madre.
Para conocer en profundidad los entresijos de este tema, hemos hablado con la psicóloga Andrea González, quien explica que “el destete se puede producir por muchos motivos: porque la madre no quiera seguir con la lactancia, algo la esté dificultando, o quizás por alguna razón ajena a madre e hijo (como alguna circunstancia médica…), pero en cualquiera de esos casos, es primordial que el bienestar emocional tanto de la madre como del bebé o niño se preserve al máximo”.
Cuenta que, en el caso del niño, las técnicas que pondremos en marcha dependerán también de la edad que tengan. “No se gestiona de igual forma el malestar de un bebé de 6 meses que el un niño de 2 años. Y como no existe una edad adecuada para el destete, este se puede producir en cualquier momento. Sin embargo, lo primero que debemos tener en cuenta es que hay circunstancias en las que a nuestro hijo o hija le puede costar más aceptarlo. Por tanto, si decidimos dejar de dar el pecho, hay que evitar hacerlo en ciertos momentos”.
Añade que, por ejemplo, si acaba de nacer un hermanito o hermanita, no es un buen momento ya que el mayor tendrá que gestionar la presencia de ese ‘extraño’ en su casa, que recibe atenciones de mamá y papá. “Quitarle la teta en ese momento solo lo estresará más. Otro momento a evitar, sería cuando le están saliendo los dientes, ya que puede encontrarse mal y necesitar el alivio del pecho. O cuando la mamá se reincorpora al trabajo, momento en el que el bebé la echará de menos a su lado. Quitarle además, la teta, puede ser muy difícil de gestionar para el pequeño”.
En segundo lugar, comenta que es primordial que nos tomemos todo este proceso con calma y que nos armemos de paciencia. “Tenemos que entender que el pecho no solo sirve para alimentar a nuestro bebé… también le ayuda a sentirse mejor si tiene sueño, miedo o dolor, entre otros. Quitárselo implica que tiene que aprender a gestionar esas emociones o malestares de forma distinta, y eso no se hace de la noche a la mañana. Imagina que llevas toda tu vida recurriendo a algo que te calma de forma infalible cuando estás alterada, que te alimenta y que te ayuda a conciliar el sueño, pero de un día para otro ya no puedes seguir usándolo. Generar herramientas para aprender a lidiar con todo esto te llevaría un tiempo… entiende que a tu hijo, también. Acompáñale desde el cariño y la compasión”.
Añade que, el tercer aspecto a tener en cuenta es que cuando iniciamos el camino del destete, evidentemente dejaremos de ofrecer el pecho, pero no se lo negaremos a nuestro pequeño en caso de que nos lo demande, ya que probablemente no entienda por qué no le damos aquello que antes sí que tenía. “Lo que podemos hacer es intentar distraerle con otro estímulo que llame su atención mientras está mamando (un juguete con luces y sonidos, por ejemplo) de forma que sea él o ella quien voluntariamente suelte la teta para atender a esa otra cosa que le gusta”.
Incide en que, si es lo suficientemente ‘mayor’ para entender ciertos conceptos, también podemos explicarles las cosas de forma adaptada a su edad. “Durante muchos años ha existido la creencia a nivel social de que los niños solo deben obedecer, que no es necesario hacerles partícipes de ciertos procesos vitales… y no es así. Los niños, al igual que nosotros, tienen su propio mundo emocional, y este mundo debe ser entendido y respetado por los mayores. En ese sentido, podemos ofrecerle alguna actividad que sea de su agrado mientras está mamando, o pactar con él un tiempo limitado en la teta”.
Andrea expresa que “sobra decir que para nada es aconsejable imponerle al niño el destete desde el autoritarismo ni desde la ridiculización (“el resto de niños ya no quieren teta pero tú sí”, “ya eres demasiado mayor”). Es importante empatizar y entender que invalidar así las emociones y sentimientos de cualquier persona, sea un bebé, un niño o un adulto, solo contribuirá a hacer que se sienta peor”. La psicóloga invita a explicarle que mamá necesita esto por los motivos que sea, “decirle que entendemos que le cueste y que vamos a estar a su lado a cada momento, será infinitamente más reconfortante para él o ella”.
Por último, concluye sus consejos con una interesante reflexión. “Es importante entender que este proceso puede ser especialmente complicado para los niños. Como decíamos con anterioridad, retirar la teta es retirar también la calma y el confort. Por tanto, tenemos que reconfortar a nuestro pequeño de alguna otra forma, por ejemplo, ofreciéndole un poco más de ‘mamá’ a cambio. Más mimos, besos, caricias y abrazos harán que esta etapa sea algo más llevadera para los más pequeños”.