El concepto de la maternidad ha cambiado en los últimos años y, a día de hoy, una madre sabe lo que se espera de ella, cómo influye en el desarrollo de su bebé y cómo todo el mundo da por hecho que va a estar siempre pendiente de su hijo, al mismo tiempo que desarrolla una carrera profesional, cuida la línea y, sin exagerar, además se muestra feliz y satisfecha con su vida. Teniendo esto en cuenta, no sorprende que el estudio realizado hace unos meses por el Club de Malasmadres y Danone concluya con que 9 de cada 10 madres se sienten juzgadas por la forma en la que educan a sus hijos.
Pocos detalles se escapan al listado de presiones que siente una mujer cuando es madre. De hecho, estas comienzan antes, incluso, de que nazca el bebé. Durante el embarazo la más evidente es que la futura mamá no debe coger demasiado peso. Está muy bien que hayamos superado la idea de que una madre debe comer por dos, pero hemos pasado al extremo opuesto que marca que debe engordar lo menos posible.
Una vez que el bebé nace, empieza el verdadero calvario, que incluye temas como estos:
Esta afirmación tiene todo el sentido, ya que las opiniones que más nos afectan, de cualquier tipo, son de las personas más allegadas a nosotros. Y cuando se trata de hablar de maternidad, son los familiares y amigos cercanos los que más libres se sienten para opinar de cualquier aspecto relacionado con la crianza. Esta realidad estrecha el cerco y hace que resulte complicado escapar a la crítica externa.
No es sencillo plantarle cara a los juicios de quienes nos rodean, sobre todo cuando nosotras mismas estamos cuestionándonos como madres con cada decisión que tomamos. Es imprescindible recordar que tenemos derecho a tomar nuestras propias decisiones, a seguir nuestro instinto cuando lo creamos conveniente y que, por supuesto, vamos a equivocarnos sin que eso deba desencadenar un juicio por parte nuestro entorno.
Si tienes pareja, pedir su corresponsabilidad en la crianza es imprescindible, no solo para cambiar pañales o dar un biberón, sino para que asuma la misma carga mental que tú y participe activamente de todas las decisiones que atañan a vuestro hijo. Mantén a raya los comentarios del resto, baja el nivel de autoexigencia y disponte a disfrutar de tu maternidad como mejor consideres y puedas. Estás en tu derecho.