Faltan once días para que Mateo, el segundo hijo de Ana Boyer y Fernando Verdasco, cumpla su primer año de vida. Desde que llegara al mundo el pasado 21 de diciembre, el pequeño ha colmado de felicidad al matrimonio, que durante este tiempo nos ha ido mostrando a cuentagotas cómo va creciendo y lo mucho que le quieren. Miguel, su primogénito, también está feliz con su hermanito y ambos disfrutan del amor que les profesan sus papás. La empresaria ha hablado sobre la familia que ha formado, la maternidad y el papel de Isabel Preysler como abuela en una entrevista con la revista ¡Hola!
La hija más discreta de la ‘reina de corazones’ ha contado que el pequeño de la casa es “más tranquilo y más bueno que el mayor”, Miguel, que es más “pillo, muy travieso”. Entre risas, Ana comentaba que este último hace reír a toda su familia con “cualquier trastada o cosa que hace” y que, por el momento, ha tenido la suerte de no tener que enfrentarse a un problema de celos: “Como pasan todo el día juntos, le tiene mucho cariño y le cuida bastante. De momento, no parece que tenga celos. No sé si cambiará, pero está encantado”.
Sin embargo, los primeros días de Mateo en casa fueron más complicados y agitados de lo que esperaba. “Al principio, hubo un periodo de adaptación que costó un poco. Te das cuenta de que uno tiene manos, pero, cuando empecé a coger a Mateo en brazos, Miguel corría”, recordaba Ana, que confesaba que “hubo algunos momentos en los que me sentí sobrepasada”.
En este proceso habría contado con la ayuda de su familia, que está encantada con los pequeños. Quienes más interactúan con ellos son su hermana y su madre, que suelen verles a menudo. “Miguel está obsesionado con Tamara porque juegan muchísimo juntos. Ayer estaba por casa y ella le dijo: ‘Vamos a jugar a una gymkana. Vamos a pasar por un puente. Ahora hacemos un obstáculo…’. Claro, mi hijo está como loco… Metiéndose por debajo de los sofás y encantados”, bromeaba Boyer, que estaba más sorprendida con la actitud de Preysler: “A mi madre se le cae la baba. Tamara y yo nos miramos, porque a nosotras no nos dejaba hacer cosas así y se lo decimos. Todo lo que no nos ha dejado hacer a nosotros, se lo permite a los nietos”.