Autismo en niños: la importancia de conocer los síntomas para poder identificarlo
Cristina SoriaMadrid
Conocer los síntomas del autismo en niños es clave para obtener un diagnóstico precoz
Cada vez es mayor el porcentaje de niños diagnósticados con trastorno del espectro autista (TEA).
El diagnóstico precoz es muy importante para conseguir una evolución lo más positiva posible de un niño con autismo.
En los últimos años ha aumentado a nivel mundial el número de niños diagnosticados con trastorno del espectro autista (TEA). Una de las causas más evidentes en el aumento de casos es, sin duda, la ampliación de los criterios de diagnóstico, consecuencia de un mayor conocimiento de este trastorno en la sociedad en general. La otra causa posible, y en la que todavía se está investigando, es la influencia de los factores ambientales en el niño. Aunque no hay una persona con TEA igual a otra, sí se puede hablar de una serie de síntomas comunes que nos sirven para llegar a un diagnóstico temprano, que puede suponer cambios en positivo en el pronóstico de aquellos niños que lo padecen. Si la intervención profesional comienza antes de los tres años, la evolución es mucho mejor que si se empieza después de los cinco, por eso los expertos trabajan en buscar una detección temprana que haga mejores las posibilidades de adaptación de los niños con TEA. Para ello, la observación de los padres es fundamental, ya que hasta un 30% de ellos reconocen signos que les hacen pensar en un posible trastorno antes de que el bebé cumpla el año.
El autismo es un trastorno del desarrollo de tipo neurobiológico que posiblemente tenga su origen en la etapa prenatal, aunque sus causas son desconocidas con frecuencia. Se sospecha que en muchos casos se debe a mutaciones genéticas, pero no están identificados todos los genes involucrados en el desarrollo de la enfermedad. Hasta la fecha, las investigaciones encuentran diferentes causas posibles en el desarrollo del TEA.
FUENTE: pexelsdivinity.es
En primer lugar, y tal y como hemos dicho, sí se ha demostrado que existe una importante base genética. En hermanos mellizos, si uno de ellos tiene autismo el otro tiene hasta un 90% de posibilidades de desarrollarlo también. Un recién nacido tiene hasta un 5% de posibilidades de tener TEA si un hermano mayor lo tiene.
Existen alteraciones neurológicas que también se han relacionado con el autismo, como la epilepsia o la enfermedad de West. También se han detectado alteraciones biológicas como posible causa, sobre todo de serotonina y triptófano.
Algunas infecciones durante el embarazo, como el herpes genital, se incluyen entre las causas, del mismo modo que la exposición a ciertas sustancias, como pesticidas.
Son de diversa índole, y conviene conocerlos para poder obtener un diagnóstico precoz en el caso de que nuestro hijo presente varios de ellos:
En el aspecto social, son niños que no establecen contacto visual o muy poco. Tampoco responden a las expresiones faciales de los padres, como las sonrisas. De hecho, sus propias expresiones faciales no son adecuadas. Cuando se le señala un objeto o algo que está pasando para que lo mire, no lo hace, ni tampoco señala o hace por mostrarle a sus padres sus objetos personales. No muestra empatía por los demás ni es capaz de interpretar las expresiones faciales. Más allá del entorno familiar, no muestra ningún interés por hacer amigos, o no tiene la capacidad para hacerlo.
FUENTE: pexelsdivinity.es
En el aspecto comunicativo, no es capaz de señalar aquellas cosas que necesita, ni de compartir sus cosas con los demás, sean adultos o niños. A los 16 meses aún no ha conseguido decir palabras sueltas, y cuando comienza a hablar, repite lo que dicen los demás de manera mécanica, sin comprender el significado. Responde a sonidos fuertes o llamativos, pero no a su nombre. Mezcla los pronombres, y se refiere a él mismo como “tú”, y al otro como “yo”. La tendencia es no querer comunicarse y no comenzar conversaciones, y si lo hace, es incapaz de seguirla. Entre los 15 y los 24 meses pueden tener una regresión de sus logros, tanto en el lenguaje como en el aspecto social. En cambio, muestran muy buena memoria, especialmente para los números, las canciones, los anuncios publicitarios o temas muy concretos. Al hora de jugar ellos solos, no utilizan sus juguetes para imitar el comportamiento adulto ni muestran actividad imaginativa.
En el comportamiento, lo más relevante guarda relación con las conductas repetitivas y obsesivas. Se trata de actividades inusuales que repite a lo largo del día, como aletear con los brazos o caminar de puntillas, y lo hace de manera obsesiva. Tiene dificultades con los cambios y con las transiciones entre diferentes actividades. En cambio, prefiere las rutinas marcadas y estables. Puede mostrarse muy sensible a las texturas, los olores y los sonidos o, por el contrario, no mostrar sensibilidad alguna ante ellos.
Cómo podemos ayudar al niño autista
Educar a un niño con TEA es complicado, pero la información y las herramientas adecuadas, junto a la detección precoz, son muy útiles para los padres. No existen unas pautas fijas que sean una garantía, y cada familia deberá ir decubriendo las suyas, atendiendo al grado de autismo del niño. En cualquier caso, existen estrategias de carácter general que pueden resulta de gran ayuda:
No improvises, un niño con TDA necesita un plan educativo bien trazado, aunque sobre él se realicen todas las modificaciones que sean necesarias. Cuenta con la colaboración de su psicólogo para lograrlo.
Juega con él, porque el juego es el gran estímulo para un niño, y a través de él desarrollas sus capacidades comunicativas y psicomotoras, además de reforzar el vínculo emociona contigo.
FUENTE: pexelsdivinity.es
Establece rutinas para estimular su seguridad, ayudarle a aprender conductas sociales y hacer que gane independencia de manera progresiva. Hablamos de rutinas sencillas, como lavarse los dientes, que con el tiempo serán más complejas, como vestirse solo o recoger sus juguetes.
Motívale, animándole a hacer cosas nuevas, como hacer deporte, ir a un taller o cualquier cosa que se salga de la cotidianidad, como pasear por un parque diferente. Así se abre más al mundo que le rodea y puede mejorar su comunicación con él.