Durante sus primeros meses de vida será muy normal que los pequeños lloren. El llanto es la manera de que los bebés se expresen y lo harán cuando tienen hambre, sueño o quieren algo determinado. También podréis comprobar que el pequeño llora cuando está dormido. Este hecho puede causar preocupación en los padres, ya que no sabrán qué es lo que les pasa, pero tiene una explicación: sucede porque el descanso de los bebés influirá en la alteración del estado de ánimo y comportamiento del niño.
Sí que es cierto que, en diversas ocasiones, podrás observar que el pequeño llora y que mientras lo hace tiene los ojos cerrados y permanece dormido. Esta situación es más común de lo que imaginas, pero muchas personas no saben cómo reaccionar. Así, en los primeros meses del bebé -incluso puede que en sus primeros años-, será habitual que se despierte con frecuencia durante la noche.
A los bebés se les dificulta conciliar el sueño aunque se sientan agotados y esto provocará que lloren mientras duermen. Algunos hasta intentan retomar el sueño, pero no suelen conseguirlo ya que no saben cómo hacerlo por sí solos. Es por eso que necesitan la ayuda de sus progenitores. Las pesadillas también son otra razón por la que los bebés llorarán cuando están dormidos.
Una vez que está dormido, el bebé pasará por varias fases de sueño, que forman parte de su proceso de desarrollo, como pueden ser los despertares nocturnos. Estos pueden llegar a ser leves, como cuando el bebé emite algún sollozo o un suave gemido y continúa durmiendo. No obstante, sí que puede surgir un llanto que sea más perseverante y angustioso y que, por tanto, es la causa más común de alteración del niño. Esto se conoce como ‘terrores nocturnos’.
Así, en estas dos circunstancias sucede lo mismo: los progenitores acuden a atender a su bebé y corrobora que, aunque esté llorando, continúa dormido. El motivo de este trastorno se produce cuando el pequeño está en fase de sueño lento, también denominada No-REM. En la fase No-REM, el bebé estará sumergido en lo más profundo del sueño y, por tanto, no será capaz de despertarse completamente y no toma conciencia plena de lo que pasa.
Cuando los bebés lloran dormidos pueden sentirse más agitados, confundidos, asustados y son incapaces de reaccionar a todos los estímulos externos. Así, los terrores nocturnos se producen en periodos más cortos y duran pocos minutos. Después, el bebé se queda nuevamente dormido. En el caso de que se trate de un despertar confusional, este puede tardar alrededor de cinco a quince minutos. Además, si se intenta consolar al bebé, la situación empeorará y se alargará más el episodio.
En el caso de que quieras calmar al bebé, si está dormido, lo mejor será que tengas paciencia, esperes y observes cómo se comporta. El hecho de que llore o de que haga algún ruido, no implica que quiera despertarse. Mientras tenga los ojos cerrados será señal de que está dormido. Así, será importantísimo prestar mucha atención al sonido del llanto. De esta manera, se determinará qué les está sucediendo.
Puede ser que tenga frío o hambre y si sus necesidades básicas no se satisfacen, no podrán conciliar fácilmente el sueño. Lo mejor será atender al pequeño con una luz tenue y en silencio, evitando encender luces brillantes para que entienda que durante la noche hay que dormir. Así, lo más importante será que no trates de despertar al pequeño durante esos incidentes nocturnos. Por eso, os podréis quedar en silencio junto a él y esperar a que este se tranquilice.
Estos llantos pueden estar producidos por algún estímulo exterior o que se produzcan de forma espontánea, por ejemplo, por algún ruido que es más persistente o por un cambio de posición en la cama. Por tanto, se recomendará evitar cualquier tipo de alteración durante las horas de descanso para que el pequeño comprenda que tiene que dormir.