Cuando esperamos un bebé y preparamos su llegada una de las cosa que más ilusión nos hace es decorar su habitación, en la que va a pasar muchas horas de su vida. Sabemos que la decoración de la habitación de un bebé evoluciona a medida que va creciendo, y que esta primera etapa es un momento muy especial e irrepetible, en el que buscamos que todo sea armónico para él. Por eso es muy interesante conocer los beneficios de los colores claros y neutros para el bebé en su desarrollo.
La vista es el primer sentido con el que el bebé va a comenzar a reconocer su entorno, de ahí la importancia que tiene la elección del color para su habitación. Los colores intervienen en la construcción neuronal del niño, y necesita tanto de los colores vivos como de los claros y neutros para estimularse y realizar conexiones neuronales.
La alegría y vitalidad que asociamos a un niño y que nos puede llevar a elegir colores llamativos entra en conflicto con la necesidad de procurarle un entorno relajado. La conclusión de los expertos es optar por tonos suaves para pintar las paredes de la habitación del bebé, pero sin privarle del estímulo de los colores más fuertes, que pueden reservarse para los juguetes y elementos decorativos.
De este modo se produce una compensación en su entorno que le ayuda a distinguir objetos y a afirmar sus gustos, pero dentro de un entorno de calma que, si bien le estimula, no le produce alteraciones en el estado de ánimo.
Las posibilidades a la hora de elegir un color para la habitación del bebé son tantas que es muy posible que nos sintamos abrumados. Una buena forma de empezar es eligiendo un color neutro, que le transmita seguridad y calma, adecuado para su edad. Además de resultar tonos que proporcionan placidez y bienestar, tienen ese toque atemporal que te permite mantenerlo en el tiempo, modificando solo muebles y elementos decorativos.
Te contamos cuáles son los mejores colores neutros para el bebé y cómo puedes sacarle partido a otras tonalidades para conseguir una habitación tan bonita como beneficiosa para él.
Colores como el crudo, el blanco roto, el beige claro, perla o lino, o los tonos piedra son un acierto seguro para encontrar el equilibrio en cualquier estancia de la casa y, por supuesto, en la habitación del bebé. También se incluyen en esta lista los tonos madera y tierra, en su variedad más clara y suave, para evitar oscurecer y “envejecer” demasiado la habitación.
Aunque estos son los tonos más recomendables para los bebés, no podemos olvidar que habrá que buscar otros elementos en los que tengan presencia colores más vivos. Estos últimos serán los que consigan que la estancia no resulte aburrida o apagada, y permitan que se estimule la creatividad del bebé.
El color blanco podría parecer la solución perfecta para transmitir calma y luminosidad. No podemos negar que transmite armonía, limpieza, pureza y estabilidad. También es cierto que favorece la imaginación y la actividad intelectual. Si bien para algunos puede resultar algo soso, para otros es el color perfecto.
La única pega que se le puede poner, si pensamos en la habitación de un bebé, es que es un color que transmite frialdad, y eso precisamente es una de las cosas que queremos evitar que el pequeño sienta en su dormitorio. Por eso, en la línea del blanco, es preferible optar un un tono crudo o beige, como hemos comentado antes.
Es uno de los más populares a la hora de elegir el color de la habitación del bebé. Los expertos lo recomiendan, siempre que sea un amarillo claro, que desprenda un aura feliz y motive al pequeño. Cuando el amarillo es demasiado fuerte o brillante puede estresar al bebé e, incluso, hay estudios que aseguran que incita a la frustración o el llanto. Así que, puestos a elegir este color, lo mejor es que sea en una versión suave.
Dejando atrás la tradición a superar de que el rosa es el color de las niñas, puede ser una opción arriesgada, ya que del mismo modo que puede incitar a la calma, también se vuelve irritante para algunos bebés. En cambio, en la gama de los empolvados, el morado resulta más equilibrado, ya que combina mejor la energía y la serenidad. Eso sí, para muchos resulta un tono demasiado adulto que puede restarle frescura a un dormitorio infantil.
El azul claro es otro de los tonos que más eligen los padres, ya que resulta muy relajante e induce tanto a la estimulación como al descanso. Pero es fundamental dar con la tonalidad adecuada, ni muy oscuro, ni muy claro, porque puede ser demasiado lúgubre o apagado, y entonces pierde los beneficios que puede aportar al bebé.
El verde es un color que va ganando posiciones, ya que conecta con la naturaleza y su carácter positivo. Pero, aunque pueda no parecerlo, carece de energía y estímulo, por lo que puede no resultar el más adecuado.
Insistimos, por tanto, en que los tonos neutros, combinados con accesorios en tonos vivos, pueden ser la mejor opción para acertar a la hora de pintar la habitación del bebé.