Siempre hemos escuchado que no hay nada mejor para un bebé que la leche materna. Y lo cierto es que es así. La Organización Mundial de la Salud recomienda dar el pecho hasta, por lo menos, los seis meses de edad. Pero, ¿por qué? La leche materna debe su importancia a que mantiene y potencia la salud de la madre y la del bebe. Así, son cada vez más los estudios que podemos encontrar que se afanan en descubrir y estudiar todos esos elementos que la componen, tratando de añadirlos a sus fórmulas.
Nos podemos encontrar con una infinidad de factores que hacen que esta leche sea el mejor alimento que le puedes ofrecer al recién nacido. Una de sus propiedades más evidentes es que tienen la capacidad de fortalecer el sistema inmunitario inmaduro del recién nacido, logrando que los bebés amamantados estén protegidos frente a innumerables infecciones.
Eso sí, cabe destacar que la decisión de dar o no el pecho será solamente de la madre. La lactancia será una temporada de cambios y, además, la mujer se podrá encontrar diversos problemas a la hora de amamantar a su bebé, por eso, todas las decisiones tendrán que ser respetadas.
Dar el pecho al bebé tendrá una infinidad de beneficios. Por ejemplo, un lactante que no toma leche materna tendrá 14 veces más posibilidades de sufrir diarrea y 6 veces más riesgo de padecer una enfermedad respiratoria, como puede ser bronquitis, catarro, otitis o neumonía. Es por ello que muchos bebés, que toman leche de fórmula, visitan más al pediatra, toman más medicamentos e ingresan más en los hospitales. Sobre todo, por enfermedades infecciosas.
La leche materna les ofrece cierta protección frente a posibles infecciones y el mero hecho de amamantarlo constituye una barrera física, ya que limita el acceso de agentes infecciosos ambientales que podrían llegarle a través de los alimentos o de los recipientes que los contienen. De esta forma, tu pecho podrá ser el mejor recipiente para un alimento como la leche, evitando los riesgos de contaminación y los posibles errores de preparación con las leches de fórmula.
También, la leche materna contiene una variedad de factores bioactivos que no solamente protegen frente a posibles infecciones, sino que además tienen propiedades antiinflamatorias. De esta forma, destacan las inmuglobinas, sobre todo la A -que es muy abundante en el calostro o la leche de los primeros días y siempre está presente en una proporción generosa-, la lactoferrina, los nucleótidos y numerosas células vivas defensivas.
Además, la leche materna también juega un papel muy importante en bebés prematuros, ya que aquellos que no son amamantados corren más riesgo de padecer una grave enfermedad del intestino llamada enterocolotis necrotizante. En las unidades neonatales de los hospitales, además de estimular y ayudar a las madres para que den el pecho a sus bebés prematuros, disponen de unos bancos de leche materna para alimentar a aquellos cuyas madres no pueden hacerlo por la razón que sea.
Debido a todas las propiedades que tiene la leche, se puede considerar como oro líquido y los organismos nacionales e internacionales que velan por la salud de todos los ciudadanos lo saben. Es por eso que, como ya hemos comentado, se recomienda la lactancia materna exclusiva durante los primeros seis meses de vida, así como seguir dando el pecho junto a otros alimentos hasta que el niño haya cumplido los dos años o hasta que la madre y el hijo quieran y lo deseen. Esta se trata de una recomendación por parte de la Organización Mundial de la Salud a la que también se han adherido todas las sociedades pediátricas y de otras especialidades de diversos países del mundo.
Sin embargo, estamos lejos de lograr este objetivo, ya que menos de la mitad de los bebés menores de seis meses de todo el mundo están siendo amamantados de forma exclusiva. Esto se debe a que muchas madres no están preparadas para dar el pecho o, también, que no cuentan con los recursos suficientes como para hacerlo de forma exclusiva. En nuestro país, por ejemplo, cada día es más complicado conciliar la vida personal con la laboral.