Es muy frecuente que, durante sus primeros meses de vida, los bebés tengan problemas para hacer caca. Esto se debe a que varían mucho sus hábitos intestinales y su intestino, al igual que otros órganos, van madurando y experimentando una infinidad de cambios que pueden influir en su ritmo intestinal. Es por eso que muchos padres, ante el estreñimiento del pequeño, se preguntarán qué pueden hacer para ayudarle.
En las primeras 24 y 48 horas tras el nacimiento, los recién nacidos realizarán su primera deposición eliminando el meconio, una sustancia negra y pegajosa que ha ocupado el intestino del bebé durante el embarazo. Durante los días siguientes irán cambiando las cacas hasta realizar las típicas de bebé, que serán diferentes en función de su alimentación.
Podrán llegar a ser líquidas o con grumos y variará su frecuencia, sobre todo en aquellos bebés alimentados con leche materna. Las primeras semanas será habitual que presente varias deposiciones al día, en general tras la toma o incluso durante la misma, ya que se tiene el llamado reflejo gastrocólico, y poco a poco irán disminuyendo.
Una vez que se comienza con la alimentación complementaria, el ritmo intestinal irá modificándose. De esta forma, las deposiciones tendrán otro aspecto y algunos bebés podrán presentar cierto estreñimiento. También, sucede en aquellos bebés que estaban previamente alimentados con leche materna exclusiva y comienzan a combinarla con fórmula artificial o dejan la lactancia materna.
En todos estos cambios, también podrá darse que los pequeños no hagan caca de forma frecuente y habrá que fijarse entonces si está incómodo, si no quiere comer o vomita o si las deposiciones son muy duras y de pequeña cantidad.
En estos casos de estreñimiento será muy importante consultar a un especialista. Aunque eso sí, los padres podrán llevar a cabo distintas recomendaciones. Como ya hemos comentado, será normal que a partir de las dos o tres semanas de vida, muchos bebés no hagan deposiciones a diario. Además, a partir de esa edad y hasta los dos meses, algunos pequeños pasarán momentos realmente incómodos, apretando y haciendo ruidos o gruñidos cuando intentan hacer caca.
En el caso de que esta complicación coincida con el inicio de la alimentación complementaria habrá que saber cómo hacer esa transición. Lo más recomendable será realizarla despacio y de forma progresiva. De la misma forma, habrá que favorecer una dieta variada, rica en fruta y verdura, así como otros alimentos ricos en fibra. Además, será recomendable ofrecer agua a lo largo del día. Y, aunque forme parte de nuestras costumbres, habrá que evitar las viejas leyendas como estimular con el dedo, con la punta de un termómetro o meter una rama de perejil.
Sí que se podrán realizar masajes relajantes en la zona del vientre y una actividad constante también puede acelerar el ritmo intestinal del pequeño. Ante todo, será muy importante que un especialista valore lo que le está sucediendo al pequeño y descartar cualquier fisura. Puede que el pediatra paute un tratamiento con laxantes, que ayudará a regular el ritmo intestinal del bebé y permitirá hacer la deposición con facilidad, pero jamás habrá que administrárselo al pequeño sin haber pasado antes por el diagnóstico de un pediatra.
Será importantísimo saber diferenciar entre la disquecia del lactante. Esto último se producirá cuando las heces se vuelven duras y secas, por lo que el bebé no podrá expulsarlas de forma natural. En cambio, en el caso de la disquecia, las heces serán normales, pero el bebé no conseguirá expulsarlas. Es importante detectarlo y aliviarlo para mejorar el bienestar del bebé.
Como ya hemos comentado, no será recomendable administrar laxantes a los pequeños o practicar la estimulación anal del bebé. En estos casos, siempre será recomendable acudir a un pediatra para que nos cuente cómo actuar.