Uno de los temas que más les cuesta hablar a los padres con sus hijos es todo aquello que tenga que ver con la sexualidad. Eso sí, estos comportamientos serán totalmente naturales e irán apareciendo según se vayan desarrollando y vayan descubriendo el mundo que les rodea y, también, su propio cuerpo. Es por eso que, a una edad muy temprana, los pequeños comienzan a explorarse y, a medida que crecen, necesitarán algún tipo de orientación para que sean conscientes de qué están haciendo y qué están descubriendo.
De esta manera, aprenderá las partes de su cuerpo y, también, sus funciones. Es por eso que, en la mayoría de ocasiones, es normal que te preguntes cuándo debes comenzar con la educación sexual. Así, lo mejor será que se comience poniendo nombre a sus genitales, pero nombres reales y apropiados en distintos momentos, como puede ser el del baño. Es por eso que, si el pequeño señala una parte de su cuerpo, lo más recomendable será que le digas lo que es y, también, será un buen momento para contarle qué partes de su cuerpo son más privadas.
Además, cuando el pequeño haga algún tipo de pregunta sobre tu cuerpo o el suyo, lo mejor será que no te avergüences de lo que está sucediendo. Toma las preguntas como algo real y ofrece aquellas preguntas y respuestas que sean directas y apropiadas para cada edad. Por eso, si quiere saber más, lo más normal es que te pregunte y sienta esa curiosidad. También, hay que tener en cuenta que muchos niños pequeños expresan su curiosidad sexual natural a través de la autoestimulación. En estos casos, lo más recomendable será enseñarles que la masturbación es algo totalmente normal, pero que tiene que ser privada.
También, será muy importante enseñarles que nadie podrá tocarle sus partes privadas sin su consentimiento. En el caso de que veas algo que pueda preocuparte en el comportamiento del pequeño, lo mejor será que lo consultes con un especialista. Suele ser a los tres o a los cuatro cuando los pequeños se dan cuenta de que los niños y las niñas tienen genitales diferentes. Así, a medida que la curiosidad crece, podrás encontrar a tu hijo examinando sus propios órganos sexuales o los de otros niños. Será muy importante aprovechar las oportunidades que se den a diario para hablar de sexo.
Eso sí, una vez que estén desarrollando este comportamiento sexual, te podrás preguntar qué es lo normal y qué no lo es. Entre los dos y lo seis años, como hemos comentado, será normal que los pequeños desarrollen ese comportamiento más sexual, pero también será importante que sepan que es algo que tiene que quedar para su intimidad. Así, los comportamientos más normales incluirán tocarse los genitales en público o en privado, mirar o tocar los genitales a un amigo o a un nuevo hermano, mostrar los genitales a sus amigos e intentar ver a sus amigos o a los adultos desnudos. Eso sí, estos comportamientos suelen ser puntuales, transitorios y, además, los pequeños se podrán distraer fácilmente.
También, habrá que tener claro qué comportamientos son poco comunes, como puede ser que le pida a un amigo o un adulto que participe en actos sexuales específicos o que se introduzca objetos en los genitales. Además, será preocupante si estos comportamientos son persistentes y resistentes a la distracción de los padres. De la misma forma, habrá que valorar si se producen diversos comportamientos sexuales que se muestren a diario o aquellos que causen angustia emocional o dolor físico.
Los problemas de comportamiento sexual pueden ser un riesgo considerable para la seguridad y el bienestar del pequeño y de otros niños y, además, puede ser la señal de abuso físico o sexual o de exposición a la actividad sexual. Así, habrá que observar si esto ocurre con frecuencia y no se puede desviar o si implica coercían o fuerza, así como que simule actos sexuales de adultos. Por tanto, la responsabilidad de los padres incluirá, entre los tres y los cinco años, utilizar un lenguaje adecuado, no forzar el afecto y explicar la diferencia entre contacto bueno y malo.
También, será igual de importante controlar la exposición a los medios de comunicación y esperar determinadas preguntas, que dependerá de la edad del niño y de su capacidad de comprensión. Así, será de vital importancia no reírse, ser breve, comprobar si el pequeño necesita saber más información y escuchar sus respuestas y sus reacciones.