La caída del primer diente es un momento que esperan con gran ilusión tanto los niños como sus padres. Es una prueba evidente de cómo nuestros hijos crecen al tiempo que se abre un universo mágico para ellos: la llegada del Ratoncito Pérez. Y si esta historia está llena de magia por sí misma, hacer una puerta para el ratón es una manera de hacerla aún más especial.
El Ratoncito Pérez, famoso en el mundo entero, aunque se le conozca con distintos nombres, es el protagonista del cuento que Luis Calleja escribió para Alfonso XIII en su niñez, tras perder su primer diente, allá por 1894.
El cuento es un encargo de su madre, la reina regente Maria Cristina, y cuenta cómo el Ratoncito Pérez le pide al Rey Buby (así llamaba la reina cariñosamente a su hijo) que le acompañe a recoger un diente que pertenece a un niño muy pobre. El Rey Buby accede a acompañarle, y así Pérez le permite conocer al niño la pobreza, la desigualdad y la injusticia, a las que vive ajenas en su vida de palacio.
El cuento de Calleja ha trascendido hasta el día de hoy, y dice la leyenda que el Ratoncito Pérez recoge los dientes que se les caen a los niños mientras duermen, y a cambio les deja una moneda o regalo. Para llegar hasta su cuarto, cuenta con la ayuda de puertas mágicas que le indican que ahí duerme un niño al que se le ha caído un diente.
Una de las cosas que más fascina a los padres es la ilusión que sienten sus hijos ante la caída de cada diente. Lejos de ser un suceso traumático, es un momento muy especial que anticipa la llegada de un personaje mágico a sus vidas.
Pero, además, el Ratoncito Pérez ayuda a los padres a inculcar a sus hijos las nociones necesarias de higiene dental de una manera sencilla y efectiva, ya que no hay mayor motivación que la magia.
Preparar para ellos una puerta por la que el Ratoncito Pérez tenga acceso a su habitación mientras duermen es un detalle que no hace sino aumentar la ilusión que ya sienten de antemano. Te contamos cómo puedes fabricar la tuya propia con una sencilla manualidad para ayudarle a vivir ese momento de una manera inolvidable.
Se trata de materiales que puedes conseguir sin problema en una tienda de manualidades:
En primer lugar decide el tamaño y la forma de la puerta para dibujarla en un folio. Puede ser la puerta de tu casa, la de la habitación del niño o cualquier otra que imagines. No tienes porqué volverte loca con esto, una puerta sencilla será suficiente si luego la pintas con colores bonitos y le pones algún adorno especial.
Recorta la silueta de la puerta y colócala sobre la placa de cartón o corcho. Dibuja el contorno sobre ella y recorta con un cúter. No lo hagas directamente sobre la mesa, es mejor que pongas debajo una tabla de madera, por ejemplo. Te será más sencillo y evitarás estropear tus muebles. Al terminar, lija los bordes para que el acabado sea más bonito y la puerta más suave al tacto.
Pinta la puerta con pintura de tiza del color que prefieras. Te recomendamos este tipo de pintura por muchas razones. Por un lado nos encanta cómo es su acabado, ideal para darle a la puerta ese toque entre envejecido y mágico que buscamos. Por otro, es súper fácil de aplicar y no tienes que hacer ningún paso previo en la superficie a pintar para que quede como deseas. El acabado, además de tener un equilibrio entre rústico y suave, es sedoso al tacto, algo que le encantará a tu hijo.
Te recomendamos que primero le des una capa de color blanco y, cuando se seque, otra del color que quieras la puerta. Si quieres un efecto decapado utiliza la lija con suavidad por diferentes zonas de la puerta y asomará el color blanco.
Para proteger la pintura y evitar que la puerta se manche, y en ese caso poder limpiarla con facilidad, aplica una capa de barniz sobre la pintura. Asegúrate de que es incoloro y mate.
Es el momento de aplicar los adornos y abalorios que hayas elegido. Un pendiente de aro pequeño o de bola puede ser el pomo, y en la parte superior puedes poner un corazón, una estrella o un cartel que ponga “Pérez”. La goma eva es ideal para este tipo de detalles y muy fácil de utilizar. También puedes comprar unas mini bisagras en una tienda de manualidades.
Cuando hayas terminado, solo tienes que pegarla en la pared, sobre el rodapié, para que el famoso ratón sepa por dónde tiene que entrar cada vez que a tu hijo se le caiga un diente.