Tras el parto, seguir una buena dieta que ayude a recuperar el peso anterior al embarazo es una de las preocupaciones de la reciente madre. Lo ideal es lograrlo siguiendo una alimentación saludable que nos permita reponernos del parto y afrontar la lactancia con la máxima energía posible.
Cada mujer es diferente y los ritmos de recuperación varían de una a otra. En cualquier caso, no se debe seguir ningún tipo de dieta estricta que suponga una restricción de alimentos saludable. El cuerpo ha tenido nueve meses para engordar de manera paulatina, y no es recomendable correr para perder el peso ganado. Además, hay una cuestión de vital importancia, y es la lactancia materna.
La lactancia es una gran aliada a la hora de recuperar nuestro peso. La producción constante de leche por parte de la madre le hace consumir una importante cantidad de calorías extra al día, y utiliza las grasas que el cuerpo ha ido acumulando durante el embarazo. Pero, al mismo tiempo, eso implica que no se puede descuidar la ingesta de nutrientes, tanto para cuidar de la salud tanto del bebé como de la madre.
Pasados los seis primeros meses de vida, la lactancia deja de ser el alimento exclusivo del bebé y comienza la alimentación complementaria. A partir de ese momento, si lo desea, la madre puede comenzar una dieta algo más restrictiva, siempre dentro de lo saludable.
Pero en los meses anteriores y desde el momento del parto, tu dieta ha de ser completa y beneficiosa para ti y tu bebé.
En cualquier dieta saludable las frutas y verduras han de tener una presencia importante. La recomendación de tomar 5 porciones al día deberíamos seguirla siempre a rajatabla, y en el postparto más. Son una fuente de vitaminas, nutrientes, fibra y azúcares de lenta asimilación que nos van a reportar muchísimos beneficios. La clave para no aburrirte de comerlas y sacarles todo el provecho posible es apostar por la variedad.
Cocínalas con verduras o en ensalada, pero no renuncies a ellas. Al menos dos veces por semana deben estar presentes en tu dieta. Son una fuente saludable de proteínas, no aportan grasa y te van a dar toda la energía que necesitas.
El pescado no debe faltar, al menos dos días por semana. Es cierto que el pescado blanco tiene menos grasas, pero las del pescado azul son insaturadas y el aporte de ácidos esenciales omega 3 es muy elevado, algo que te beneficia. Cocínalo al horno o a la plancha y cuida tu peso con sus proteínas de alto valor biológico.
Prioriza siempre la primera y quitándole la piel. La carne blanca es rica en proteínas y muy baja en grasas, así que incluye en tu dieta el pollo, el pavo o el conejo. La carne roja limítala a un día o dos por semana. También tiene un alto valor proteico, pero es menos saludable.
No va a funcionar a la hora de perder peso y te sentirás más cansada o te darán arrebatos de hambre, así que respeta el desayuno, la comida y la cena. A media mañana y a media tarde elige tentempiés saludables que te permitan llegar bien a la siguiente comida, como fruta, requesón, pavo natural o un puñado de frutos secos.
El calcio debe estar presente en tu dieta, así que los lácteos descremados serán tus grandes aliados para obtenerlo: leche, yogures, queso… Toma tres raciones al día combinando diferentes productos si lo prefieres.
El azúcar añadido, los ultraprocesados, la bollería industrial y los refrescos deberían quedar fuera de tu dieta, y consumirlos únicamente como excepción. El alcohol queda completamente prohibido, ya que pasa directamente a la leche que va a tomar el bebé. En cuanto a la cafeína, no está prohibida, pero es necesario vigilar el consumo al máximo.
Agua, leche desnatada, infusiones, caldos… Bebe dos litros diarios de líquidos saludables, tanto para mantenerte hidratada, como para reponer el líquido que tu cuerpo emplea en la producción de leche para el bebé.