Las principales técnicas de reproducción asistida son la inseminación artificial y la fecundación in vitro. Eso sí, en el caso de que quieras someterte a alguno de los procedimientos, puede ser que te preguntes cuál será más recomendable para tu caso y tu situación. Por eso, antes de nada, será muy importante informarse de todas las opciones, de sus efectos secundarios y, sobre todo, de su efectividad.
Así, por ejemplo, la inseminación artificial se puede emplear en aquellas chicas jóvenes que tienen problemas de ovulación. También, será recomendable para aquellas pacientes con endometriosis mínima y para esterilidades masculinas muy leves.
Esto último sucederá cuando el semen tenga mala calidad. Así, con la inseminación se mejorarán las condiciones del semen y se le ayudará depositándolo en el útero para que se encuentre antes con el óvulo. También ser la opción para aquellos casos de esterilidades de origen desconocido, como en los que no se encuentra la causa de la esterilidad. Por eso, primero se prueba con esta técnica.
Por su parte, la fecundación in vitro será recomendada para aquellas mujeres que tengan las trompas de Falopio obstruidas. Este método se inventó para mujeres con esta complicación o que no tenían trompas por alguna cirugía previa y posteriormente se fue empleando en otros casos.
Además, puede recomendarse en el caso de que haya una esterilidad masculina severa o en endometriosis severa. Al igual que en la inseminación artificial, será recomendada para las esterilidades de origen desconocido. Aún así, primero se utilizará la inseminación y, en el caso de que esto no funcione, se recomendará la fecundación in vitro.
Será muy importante saber que, de las dos técnicas, la in vitro será la más efectiva. La tasa de embarazo se situará entre un 39 y un 41 por ciento. Por su parte, la inseminación artificial tendrá una tasa de embarazo que oscila entre el 13 y el 15 por ciento por intento.
En el caso de que la mujer no se quede embarazada en ninguna de las opciones habrá que ver qué es lo que está sucediendo. En algunas ocasiones, las causas suelen ser las edades avanzadas, lo que conlleva un envejecimiento fisiológico del ovario. Esto condicionará la respuesta de los tratamientos y las calidades de los óvulos. Si sucede, se podría llevar a cabo la misma técnica de reproducción, pero sustituyendo a los gametos. Los gametos de donante serán en los casos en los que la mujer tenga problemas o con semen de donante, en el caso de los hombres.
También, habrá que tener en cuenta la complejidad de cada técnica. En la fecundación in vitro habrá que sedar para hacer la extracción de óvulos. Además, habrá un trabajo de laboratorio más complejo que la inseminación. La punción será un acto quirúrgico que puede conllevar ciertos riesgos, como puede ser una hemorragia o infecciones. Los precios también serán diversos y variarán por la complejidad de la técnica, no por las garantías de uno o de otro. Por tanto, como hemos visto, las diferencias entre la inseminación artificial y la fecundación in vitro serán notables.
Así, la inseminación artificial se realizará mediante la introducción del semen en el interior del útero de la mujer, mientras que la fecundación consistirá en la extracción de óvulos en la mujer para ser fertilizados en un laboratorio. Además, en esta última se obtiene información valiosa durante el tratamiento, ya que se evalúan factores importantes, como la respuesta ovárica por estimulación, la calidad de los ovocitos, la fertilización y la evolución de los embriones. Por su parte, la inseminación artificial puede ofrecer poca información durante el embarazo.
La inseminación constituye una opción a considerar en aquellas parejas con buen pronóstico, como aquellos jóvenes, con poco tiempo de búsqueda, sin alteraciones seminales importantes y sin alteraciones en las trompas o endometriosis. Por su parte, la fecundación es el tratamiento con mayor posibilidad de éxito en reproducción asistida y constituye la primera elección en la mayoría de casos.