Que todos y todas recibamos una educación de calidad es uno de los grandes retos de nuestro país. Con el paso del tiempo, se ha visto necesario incluir en esta suma a todos los grupos de alumnos y alumnas que se hayan podido sentir marginados o que son vulnerables. Es decir, poner en foco de atención en cada uno de ellos, de forma especial, ayudando a aquellos que, por ejemplo, necesitan más esfuerzo para conseguir lo que otros hacen en poco tiempo. De esta manera, todos y todas podrán desarrollar su potencial y demostrar al mundo, aunque muchas veces no haga falta, que también valen.
Según los datos de la UNESCO, hay más de 260 millones de niños, niñas y jóvenes que se encuentran sin escolarizar. Además, seis de cada diez no han adquirido, tras años de escolarización, los niveles de comprensión, lectura y aprendizaje recomendables para su edad. Un hecho que perpetúa la pobreza y la marginación. Por eso, una educación inclusiva hará que todos ellos cuenten con las mismas posibilidades, dotándoles de los recursos necesarios para desarrollarse y para seguir con su formación activa.
La educación inclusiva hace referencia a un modelo nuevo de educación que pretende atender las necesidades de todos los niños y las niñas, así como jóvenes y adultos, considerando especialmente a aquellos casos donde pueda haber exclusión social. No se trata de poner en foco en aquellas personas con necesidades especiales, sino también a todo el alumnado sin distinguir por raza, condición social, cultura o religión.
Respecto al enfoque tradicional, la educación inclusiva presenta varias diferencias. Por ejemplo, en esta primera se diagnostica a cada alumno y alumna para determinar una categoría y solucionar el déficit que existe. Pero en el caso de la educación inclusiva simplemente se analizan las características del estudiante para saber qué apoyos necesita o necesitará en un futuro. Además, cabe destacar que el enfoque más tradicional se centra en cada alumno, mientras que la educación inclusiva trata a la clase en su conjunto. En definitiva, en este tipo de educación no se utilizan programas especiales para determinados estudiantes, sino que en la misma aula se intenta responder a las necesidades de cada uno.
Asimismo, la UNESCO entiende la educación inclusiva de la siguiente manera: “los alumnos con necesidades especiales deben tener acceso a los colegios de educación regular, donde deben ser acomodados con estrategias pedagógicas centradas en el alumnado, de forma que se responda a sus necesidades”.
Al igual que cualquier otro modelo, la educación inclusiva cuenta con un abanico de objetivos. Así, esta buscará la inclusión social y académica de todo el alumnado ya que se trata de incluir a todos ellos y no marginarlos de la educación. El sistema educativo se caracterizará por ser único; no deberán existir programas especiales para los alumnos o alumnas que tienen determinadas necesidades.
Además, la atención a cada uno de ellos y ellas se proporcionará en función de sus características. Este paso hacia la igualdad se impulsará en base a la solidaridad y al fomento de la participación. Para que este funcione se tendrán que ver involucrados todos los padres, madres, profesores y medios de comunicación. La promoción de la inclusión se realizará en todos los ámbitos sociales y laborales.
Aún así, como nuevo modelo, la educación inclusiva se ha encontrado con muchos obstáculos y trabas en su camino. Como, por ejemplo, las creencias erróneas que dificultan la integración de personas con discapacidad o de personas de culturas diferentes o las barreras físicas que hacen que muchos alumnos y alumnas con discapacidad no puedan acceder.
También, nos encontramos con planes educativos demasiado exigentes para las capacidades del alumnado y donde no se plantea ninguna alternativa a esa educación. Este problema suele ser provocado por profesores que no están suficientemente preparados para la diversidad que puede haber en el aula. Además, nos encontraremos con falta de financiación que afecta a las escuelas de tal manera que no pueden adaptarse a estos cambios. También, la legislación de cada país supondrá una gran traba a la educación inclusiva y hará que muchos alumnos se queden fuera del sistema educativo.
Trabajar de forma inclusiva en el aula no será excesivamente complicado y se tendrán que seguir una serie de pautas. Lo primero será conocer bien a cada uno de los alumnos y alumnas, considerando a cada uno como individuo con sus respectivas particularidades; se tendrán que alcanzar métodos más activos que fomenten el pensamiento crítico, planteando problemas y solucione; y también se tendrán que utilizar evaluaciones diferentes y apostar por las actividades que propongan cada niño y cada niño, de forma que sean ellos quienes dirijan su propio aprendizaje.
Serán los docentes quienes planteen objetivos que sean complicados de alcanzar y que supongan un esfuerzo y un reto. Además, se deberá aplicar la Teoría de las Inteligencias Múltiples, propuesta por Howard Gardner, y que sostiene que no existe un único tipo de inteligencia, sino que existen varios. En el aula será necesario valorar cada una de esas inteligencias para saber potenciarlas. En definitiva, cada alumno y alumna tendrán que tener la posibilidad de contar con un futuro mejor, salir de la pobreza y disfrutar de una vida totalmente plena y feliz.