La educación sexual sigue siendo una asignatura pendiente, tanto en el ámbito educativo como en el familiar, y no son pocos los casos en los que los niños y adolescentes reciben su aprendizaje afectivo-sexual de sus amigos o de internet. Puesto que el sexo y todo lo que conlleva forma parte de la vida, debemos hacerles a nuestros hijos de poder hablar de él con ellos, con toda tranquilidad, nos cueste más o menos. Todo lo que conozcan a través de una fuente de información segura y llena de amor, como es la de los padres, será la mejor vía para que su futura vida sexual esté marcada por la libertad, el respeto, la responsabilidad y la seguridad.
Para muchos padres, hablar de sexo con sus hijos no resulta nada cómodo y evitan afrontar cualquier conversación de este tipo. Pero si nos paramos a pensar que es el bienestar de nuestros hijos el que está en juego, podremos superar la incomodidad inicial y dejar a un lado miedos y tabúes que no les benefician, sobre todo, a ellos. Para que os resulte más fácil, aquí tienes los mejores consejos de los expertos para hablar de sexo con tus hijos.
El sexo no es algo que llega de repente cuando nuestros hijos entran en la pubertad o en la adolescencia, ni se limita exclusivamente a las relaciones sexuales. Por eso es importante iniciar las conversaciones sobre sexo a una edad temprana. Si esperas demasiado puede que crear ese vínculo de confianza que te permita hablar con realismo y confianza sobre el tema sea ya muy difícil. A favor de los padres juega la propia curiosidad de los niños por su propia sexualidad y la de los demás. Puede ser tan sencillo como que, a la hora de enseñarles cuáles son las partes del cuerpo, no nos olvidemos de señalar, con total naturalidad, el pene y la vagina. Y a partir de ahí ir adaptando los contenidos a sus necesidades.
A la hora de hablar de sexo la iniciativa ha de partir de los adultos. No se trata de tener preparada una conversación punto por punto, sino más bien de estar receptivos para aprovechar cualquier oportunidad que surja. El embarazo de alguien cercano es muy útil para hablarle de que dentro de esa barriga que ha crecido hay un bebé. Pregúntale si sabe cómo ha llegado ahí y deja que la conversación siga su curso. Aprovecha sus respuestas para completar la información que tiene en función de lo que le quieras contar.
Los cambios que se producen en las diferentes etapas del desarrollo pueden coger por sorpresa a los niños (y a los padres) y generarles confusión, sobre todo cuando llegan a la pubertad. Por supuesto que es importante hablar de estos cambios en el momento en el que se están produciendo, pero lo es de la misma manera advertirles con tiempo suficiente de que van a ocurrir.
Entre los 8 y los 10 años de edad hay temas que les interesan y tienen la madurez suficiente para hablar de ellos, como es la menstruación, la aparición de barba o el cambio de voz, el posible cambio en el olor corporal… Van a ser los protagonistas de estos cambios, y les gusta saber de qué va a ir la película.
Llegado el momento de hablar de la copulación en sí misma, es importante acompañarla de un contenido emocional. Más allá del contenido estrictamente biológico, en el que el acto sexual se vincula al hecho reproductivo, también ha de entenderse como una demostración de amor (que no de romanticismo). Solo desde el amor podremos introducir los elementos de respeto, libertad y responsabilidad que deben acompañar a las relaciones seguras, tanto en lo afectivo como en lo físico. A partir de los 11 años es necesario introducir el concepto de consentimiento y libertad para elegir una pareja, ya que la alegría que supone una relación sexual no puede estar exenta de respeto y seguridad.
Es muy posible que hablando de sexo, sobre todo con adolescentes, surjan momentos de incomodidad tanto para ellos como para nosotros. Cuando eso ocurra nada mejor que evidenciar lo que está ocurriendo: si estamos incómodos no hay por qué negarlo y será el camino más sencillo para salir de ahí y poder seguir hablando. Y si hay algo a lo que no sabemos cómo responder, hay que admitirlo y ofrecernos a buscar información para saber de qué nos están hablando.
El mensaje de que existen diferentes orientaciones sexuales y modelos de familia no debe hacerse esperar. Del mismo modo que hay pene y vagina, las parejas pueden estar formadas por dos hombres, dos mujeres, o por un hombre y una mujer. Y esto, evidentemente, nos lleva a que hay familias con dos mamás o dos papás, sin olvidarnos de las monoparentales. Un mensaje claro y objetivo, además de estar atentos a resolver cualquier duda que les pueda surgir en cualquier momento es fundamental.
No hay una única conversación sobre sexo en la que demos una clase magistral y quede todo resuelto. A medida que van creciendo deben repetirse estas conversaciones, adaptándose a sus necesidades y a las diferentes edades. El sexo es tan hermoso como complejo, y lo que les transmitamos acerca de él debe completarse con el tiempo, a medida que aumenta su capacidad para entender de qué les estamos hablando.