Tras el nacimiento de su bebé son muchas las mujeres que se deciden a utilizar una faja postparto, para rodear y comprimir la zona abdominal y lumbar, aunque esta no deje de ser una prenda que genera mucha controversia entre los especialistas. El motivo principal para recurrir a ella es que se piensa que ayuda a recuperar la figura con más rapidez que si no se usa, algo que no comparten muchos profesionales, aunque no le niegan otras ventajas, como que puede ayudar a dar estabilidad a la espalda o ayudar a que desaparezca la sensación de abdomen vacío que algunas mujeres experimentan tras el parto.
En primer lugar debemos consultar a nuestro ginecólogo si nos recomienda utilizarla, ya que su uso también presenta algunos inconvenientes y puede que no sea lo esté indicado en el caso concreto. Como ejercen demasiada presión externa y eso puede impedir que los músculos trabajen solos, es posible que no te recomienden que la uses. Pero si se trata de un parto múltiple, tras el cual el abdomen queda muy distendido, es muy posible que te animen a llevarla.
Hay diferentes clases de fajas postparto: tubulares, pantalón, tipo braga, de cinturón, con tirantes, con o sin velcro, más o menos flexibles o rígidas… También pueden estar fabricadas con diferentes materiales como algodón o microfibra. Las más aconsejables tras el parto son las tubulares, porque no afectan a la entrepierna, que puede estar más sensible si ha habido episotomía o desgarro, pero sí actúan sobre el abdomen y la faja lumbar.
No es conveniente comenzar a utilizarla inmediatamente después del parto, sino que deben respetarse determinados plazos. Además, también influye en esto el tipo de parto que hayamos tenido. Si el parto ha sido vaginal, se podría empezar a utilizar la faja antes de acabar la cuarentena, y eligiendo un modelo tubular. Se puede elegir también una de braga o pantalón siempre que no haya habido episotomía y la zona vaginal requiera transpiración.
En cambio, si ha habido una cesárea habría que esperar a haber pasado la cuarentena. No olvides que la recuperación del cuerpo es diferente a la de un parto vaginal, que se produce de manera más rápida y natural, ya que el útero se contrae con facilidad, mientras que tras una cesárea el proceso es más lento ya que ha habido una cirugía.
Tras pasar la cuarentena de un parto por cesárea es más fácil que el útero haya vuelto a adquirir su posición inicial y que se haya cicatrizado la pared abdominal. La ventaja es que una vez que se puede usar faja, se puede utilizar de cualquier tipo porque no hay ninguna herida en el periné que pueda suponer una complicación. Se puede usar incluso una faja entera, aunque no resultan tan cómodas como el resto.
Pero independientemente de cuándo se empiece a utilizar, no se recomienda su uso más de 3 meses, porque impide que la musculatura abdominal trabaje por sí misma, y pasado ese tiempo se puede empezar (cuando no es antes) a realizar ejercicio específico para trabajar la zona del abdomen.
Los profesionales que defienden el uso de la faja postparto destacan las siguientes ventajas:
Por otro lado, los detractores de la faja postparto nos advierten de los inconvenientes que tiene: