La tecnología está haciendo que quizá se pierdan algunos juegos tradicionales, tanto de los de mesa como en los que hay que tener un poco de actividad y movimiento. Aunque podemos jugar con nuestros hijos a la consola, no es lo mismo, se aleja mucho de aquellas tardes de juegos más tradicionales que pasabas con tus padres, hermanos y amigos. Si la nostalgia se te ha metido en el cuerpo y quieres pasar una tarde diferente enseñándole a tus hijos algún que otro juego más tradicional te mostramos unos cuantos de todo tipo para que disfruten de una tarde de lo más entretenida en familia. ¿Cuál es tu favorito?
No podíamos comenzar esta lista con otro juego que no fuese un clásico: el parchís. Es divertido, pero ojo con los más competitivos porque puede generarse más de una disputa y puede que alguno de los pequeños quiera su revancha en una segunda partida. Ya sabes que eso de comer una ficha cuando el otro está a punto de llegar a casita es un placer para uno pero una faena para el afectado, que buscará su venganza.
Y si se te hace pesado tanto color y parchís, no hay nada más clásico que darle la vuelta al tablero y jugar a la oca, mucho más ligera, aunque cuidado que hay casillas más que traicioneras entre tanta casilla de oca a oca…
No cabe duda de que es uno de los clásicos de los patios de colegio, y si la casa es grande o tienes un jardín apto para su juego puedes pasar una tarde entretenida y de lo más activa con tus hijos. Mientras uno la lleva y tiene que contar, el resto se esconde para que este no les encuentre. El sigilo y la perspicacia son clave para encontrar dónde está el resto o que los escondidos puedan llegar al punto de encuentro y librarse.
Como el otoño a veces es traicionero puede que salir a jugar no sea el mejor plan y haya que quedarse dentro de casa. El dominó puede haceros pasar una tarde de lo más entretenida con esas fichas rectangulares que cuentan con puntos como los de los dados en el que la estrategia es clave para ganar a tu adversario, así que puede ser un juego muy estimulador para el desarrollo intelectual de los más pequeños.
Otro clásico en el que la estrategia es clave para confundir y ganar al contrincante. Un papel y dos lápices será suficiente para una tarde de lo más movida. Se hace un tablero de 3x3 con nueve huecos y mientras uno elige cruces el otro juega con los círculos para intentar hacer el tres en raya de forma horizontal, vertical o diagonal, aunque muchas veces puede quedar en empate ante la imposibilidad de que ninguno gane.
Otro clásico que se puede jugar fuera o dentro de casa, así que no hay excusa. Un juego que puede parecer simplón pero oye, permite cierta actividad física que nunca está de más y trabajar el equilibrio. Con los cuadrados marcados hay que tirar una piedra o cualquier objeto más liviano que no sea un peligro para el piso de tu casa. El cuadrado donde cae no se puede pisar, haciéndose el recorrido a la pata coja para que a la vuelta haya que recoger esa piedra o ficha que se ha tirado hasta llegar al punto de partida.
Si el día no está para salir a la calle nada como una tarde de trivial en familia. Hay de todos los tipos y temáticas para los gustos más peculiares, pero si se juega con los más pequeños habrá que optar por una versión en la que las preguntas no sean demasiado complicadas para que puedan resolverlas. Por eso hay versiones familiares que serán ideales para conseguir todos los quesitos de colores.
Y si hay un juego que ha cogido fuerza en estos años es el Uno, un juego de cartas muy diferente en el que muchos aplican sus propias normas con tanto cambio de color y +2 o +4, estas dos cartas culpables de más de una traición que hace que alguien que estaba a punto de ganar termine perdiendo. Así que saber jugar tus cartas es clave para ser el primero en descartarse por completo y dar la sorpresa.