Es muy probable que tu bebé, en sus primeros meses de vida, haga unos ruidos muy determinados. La laringomalacia es un problema muy común y una causa habitual de la respiración ruidosa en los bebés. Se da cuando la laringe de un bebé está blanda y laxa. Así, cuando el pequeño coge aire o inspira, la zona de la laringe que está por encima de las cuerdas vocales cae y obstruye, de forma temporal, las vías respiratorias del bebé.
Este tipo de complicación suele mejorar según va creciendo el pequeño y, sobre todo, cuando cumplen un año. Así, los bebés con laringomalacia emiten un sonido muy penetrante y áspero al inspirar, que puede ser parecido a un ahogo. Este sonido, denominado estridor, puede comenzar tan pronto como el pequeño nace o será más a menudo en las primeras semanas después de su nacimiento. También, sus síntomas pueden empeorar a lo largo de los meses.
La mayoría de bebés que sufren esta complicación no tendrán problemas para respirar o alimentarse, a pesar de que su respiración sea ruidosa. Además, esta suele ser más agitada cuando el pequeño esté llorando, alimentándose, durmiendo, acostado o si tiene una afección en las vías respiratorias altas.
La mayoría de los bebés con esta afección tienen síntomas leves, aunque aquellos más graves pueden incluir dificultades para respirar, para alimentarse, tener una escasa ganancia de peso, hacer pausas al respirar o tener la piel o los labios más azulados.
En el caso de que el pequeño muestre alguno de estos síntomas más graves, lo más importante será contactar, de inmediato, con un especialista. Habrá que tener en cuenta que los bebés con laringomalacia suelen tener reflujo gastroesofágico. Esto se da cuando los alimentos y los jugos gástricos ácidos suben por el esófago. Si estos llegan hasta la laringe, los síntomas pueden empeorar considerablemente. Eso sí, habrá leches de fórmula y medicamentos que ayuden a regular el flujo para que se alivien los síntomas respiratorios.
Los especialistas no saben por qué se produce la laringomalacia, pero sí que es posible que tenga alguna relación con cómo se ha formado la laringe antes del nacimiento del bebé. Los músculos que sostienen la laringe pueden ser más débiles o coordinarse bien con la respiración. Además, el reflujo gastroesofágico también podrá jugar un papel fundamental como causante. Los médicos podrán diagnosticar esta complicación basándose en los síntomas que presenta y con una exploración médica. Eso sí, para confirmar el diagnóstico, el pediatra realizará un procedimiento llamado laringoscopia flexible.
En este procedimiento, el médico pasará un tubo muy fino y flexible a través de la nariz o de la boca del bebé para observar las vías respiratorias y las cuerdas vocales de la laringe. También, el especialista podrá medir la concentración de oxígeno en sangre y pedir otras pruebas para evaluar posibles problemas de deglución o RGE. El crecimiento y la ganancia de peso del bebé también son muy importantes. Sí que es cierto que la laringomalacia suele mejorar por sí misma, sobre todo a partir del primer año de vida.
Además, los especialistas le realizarán al bebé unas exploraciones para evaluar cómo sigue la respiración y el peso. Sí que es cierto que un bebé con importantes problemas para respirar o de escaso crecimiento puede necesitar una operación denominada supraglotoplastia. Esta se realizará a través de la boca del pequeño para tensar el tejido laxo que cae sobre la laringe. Esta operación mejorará la alimentación y, también, la respiración del bebé. Aunque eso sí, este procedimiento tendrá que ser recomendado por un especialista.
La respiración y los otros síntomas de la laringomalacia suelen empeorar a lo largo de varios meses y, luego, comienzan a mejorar a partir de los tres a los seis meses del bebé. Además, los síntomas suelen desaparecer por completo en la mayoría de los niños y, en algunas ocasiones, un niño mayor con antecedentes de laringomalacia puede tener una respiración más ruidosa mientras hace ejercicio, durante las infecciones de origen viral o mientras duerme. Por tanto, será de vital importancia acudir a un especialista para poder atajar este problema y sus posibles consecuencias, que no serán nada buenas para el pequeño.