El último post de María Castro es un ejemplo más de los juicios de valor que siguen sufriendo las mujeres que optan por ser madres. Preguntas fuera de lugar y opiniones no solicitadas que provocan situaciones tan incómodas como la que le tocó vivir a la propia actriz el otro día cuando una de sus vecinas conoció a Olivia, su segunda hija, después de varios meses sin tener contacto por culpa de la pandemia.
En un encuentro casual por el barrio en el que esta conocida se comportó de forma “riquiña” con la pequeña, a la que dio a luz en octubre de 2020, a la intérprete no le quedó otra que ‘huir’ cuando esta persona le preguntó directamente lo siguiente: “¿A esta la pudiste parir o también elegiste el camino fácil y fue cesárea?”
“Me quedé tan bloqueada que fingí prisa y tener que irme”, ha compartido con sus fans, que han comprendido que la gallega necesitase un tiempo para poder reaccionar “y madurar la respuesta”. Una vez superado el shock, su conclusión fue rotunda: “¡Por supuesto que la parí! ¡Y no a una! ¡A dos! Quizá de la forma más agresiva que hay pero la única posible según mis circunstancias”.
El hecho de que la vecina de María Castro describiese la cesárea como “el camino fácil” para una madre le ha hecho corroborar el mérito de pasar por esta opción forzosa, que “debe ser la única operación en la que al día siguiente, abierta en canal, no solo te piden que te levantes sino que te hagas cargo de una personita que te necesita 24/7”.
Con Maia, la mayor. Cuatro años después, con Olivia, volvió a intentarlo, pero “con una cesárea previa y habiéndome provocado el parto un día en concreto por razones médicas no pudo ser”. Las cuatro horas que le dieron de margen no fueron suficientes para dilatar lo que se esperaba, ya que, como bien ha contado en su Instagram, “con cesárea previa, si pasa demasiado tiempo o las contracciones son muy fuertes, puede haber riesgo de desgarro de útero”.
“No tenemos más tiempo María, hay que abrir otra vez”, le decía su médico. Al escuchar estas palabras, Castro no pudo evitar llorar. “Quería vivir otra experiencia diferente a la otra cesárea, (por si era mi último parto) y también necesitaba recuperarme rápido de esta segunda aventura, ya que nuestra vida de cuatro estaba a punto de empezar”, ha confesado. Pero sus lágrimas no fueron por el hecho de “no conseguir parir otra vez”, como diría su vecina.
Desde aquel día, cada vez que la actriz se fija en “la sonrisa que ahora está pintada en mi barriga”, su cicatriz, recuerda con llanto “de felicidad” el día que cada una de sus hijas, las que comparte con su ya marido José Manuel Villalba, “decidieron llegar al mundo por la puerta grande”. Un post que suple esa merecida respuesta que nunca se llegó a producir y que es un zasca para cualquier otro aventurado que se atreva a juzgar a una madre por la forma en la que ha dado a luz.