Cuando el bebé se encuentra en el útero materno, uno de los primeros sentidos que se desarrolla es el tacto. Debido a que se encuentran en un ambiente cálido y que su piel toca las paredes del útero. Por eso, en muchas ocasiones notaremos cómo nuestro bebé nos toca y se produce esa sensación tan especial e importante. Después de su nacimiento, no nos tenemos que olvidar de la importancia de seguir manteniendo ese contacto con el bebé. De esta forma, los masajes se convertirán en nuestro aliado ideal para hacer sentir mejor al pequeño, para tranquilizarle o para aliviarle ciertas complicaciones, como los cólicos. Así, dar un buen masaje se convertirá en fundamental para el bienestar del bebé.
Fue hace muchos años, cuando el médico francés Dr. Fréderik Leboyer descubrió, en un viaje a la India, la práctica ancestral que llevaban a cabo muchas madres en el país asiático. Les realizaban pequeños masajes, en cualquier momento del día, incluso en medio de la calle. Cuando lo observó, se dio cuenta del amor y la seguridad que estas le transmitían a sus pequeños. Después de un tiempo y de observar con paciencia la técnica, decidió adaptar las diferentes técnicas de masajes para que fueran desarrolladas y comprendidas, de forma fácil, a través de las caricias, el contacto y el calor humano. Así, se lograría influenciar, de manera integral, el crecimiento del bebé.
Como ya hemos comentado, en el recién nacido, el tacto se convierte en una pieza fundamental de su desarrollo. Además, de su lenguaje por excelencia, ya que es la única manera de poder comunicarse y, sobre todo, con su familia. Las caricias suaves y los contactos cutáneos mejorarán el funcionamiento de todos los sistemas vitales y cambiará, por completo, los patrones de comportamiento. Así, se reducirá el umbral del miedo o cualquier alteración. El tacto es un sentido imprescindible en nuestro día a día, ya que por medio de este logramos establecer cierto contacto con todo aquello que nos rodea. Por eso, como ya hemos comentado, será tan importante seguir con los masajes. Eso sí, habrá que tener cierto conocimiento de cómo hacerlo adecuadamente y en qué momento del día.
Al iniciar el masaje a tu bebé, lo ideal será mantener las manos abiertas y relajadas, estableciendo contacto con su piel con los dedos y las palmas. Si estas últimas están rígidas y el tacto es bastante áspero crearemos cierta tensión que podremos trasmitírsela al bebé. Cuánto más ligero sea el contacto, mayor confianza percibirá el bebé. Además, los movimientos que deberás realizar no serán difíciles y con el tiempo y cierta práctica se volverán totalmente intuitivos. Lo primero que tendrás que hacer será frotar las manos para que estas entren en calor, ya que así habrá menos cambio de temperatura. Luego, deberás friccionar, ejerciendo una presión muy suave y moviendo ligeramente las manos hacia delante y hacia detrás.
También, deberás hacer unos movimientos como que estás amasando y consistirá en frotar y soltar con suavidad el cuerpo del bebé. Además, deberás acariciarlo, desplazando el peso relajado de las manos por toda la zona y tener las manos en alternancia, comenzando los movimientos con una mano al tiempo que termina el movimiento con la mano contraria. También, será muy importante emplear cierto peso relajado de las manos adecuando unas palmas rítmicas sobre el bebé. El masaje del recién nacido comenzará a realizarse de acuerdo a su receptividad y a su estado de salud y podrá durar hasta quince o veinte minutos.
Eso sí, no existe un momento determinado para llevar a cabo esta acción, pero sí existirán ciertos factores que podrán indicarte cuándo es la hora perfecta. Procura realizarlo entre las comidas del bebé. El problema es que, si está muy saciado, este proceso resultará algo molesto para el bebé, por eso habrá que masajearlo por la espalda. En el caso de que no haya comido, probablemente se irrite en cualquier momento. También, la noche, después del baño, será el momento ideal para comenzar con el masaje.
El bebé se encontrará totalmente relajado y estará receptivo a cualquier estímulo. Lo mejor será que crees una rutina, con la que él se sienta cómodo. Así, el masaje se convertirá en parte del día a día del pequeño. Como ya hemos comentado, los masajes tendrán una infinidad de beneficios y hacerlo en el momento adecuado, como la noche, también. Le proporcionará ciertos beneficios emocionales, ya que el masaje brindará confianza y seguridad. También, tendrá beneficios fisiológicos y contribuirá a aliviar ciertas molestias, como los cólicos o los gases.