Las pantallas forman parte de nuestra vida y, desde hace años, a los niños más pequeños se les considera nativos digitales, ya que han nacido en un entorno en el que las pantallas estás integradas como parte de su desarrollo. El móvil y las tablets están al alcance de su mano prácticamente desde que llegan al mundo, pero esto no significa que deban tener acceso a estos dispositivos ni que sea beneficioso para ellos utilizarlos. Más bien, todo lo contrario.
Los padres han encontrado en las pantallas la solución perfecta para mantener entretenidos a sus hijos mientras que pueden hacer otras cosas. Suena lógico, ya que solamente conseguir vestirte para salir a la calle cuando estás al cargo de un bebé puede convertirse en una misión imposible. Y es innegable que dejarles el móvil con dibujos o videos acapara toda su atención y te da la posibilidad de aprovechar el tiempo. Pero si pensamos en el bienestar y el adecuado desarrollo de nuestros hijos, nos toca hacer un esfuerzo más y conseguir que la pantalla no sea la solución que buscamos.
En este sentido las asociaciones de pediatría son tajantes y no dejan lugar a dudas: los bebés, hasta los 2 años, no deben tener ningún contacto con pantallas. Ni televisión, ni tablet, ni móvil. Y sabemos que a esa edad conseguir tenerles quietos es casi un milagro que consigue cualquier video que vean con el móvil. Pero las consecuencias son visibles en el mismo momento y también a largo plazo.
Y es que un niño que crece, desde que tiene pocos meses, mirando una pantalla, va a perder capacidad para explorar el mundo que le rodea como le corresponde, va a ver afectada su vista, tendrá problemas para dormir y también para comer. No hay un solo beneficio para él, al contrario, ni siquiera la falsa ilusión que nos hacemos de que así están más entretenidos.
¿Y cuándo son más mayores? Hablando siempre de dónde estaría el tope, y que cuanto menos, mejor, los expertos recomiendan que se límite al máximo el tiempo de pantallas hasta los 6 años, y que hasta que cumplan 8 no supere nunca una hora al día. La cosa no parece sencilla si no nos convencemos firmemente de que el móvil y la tablet perjudican seriamente el desarrollo y bienestar de nuestro bebé.
Estos son los errores más habituales qué comentemos al usar las pantallas con nuestros hijos. Y tienen solución.
Es muy posible que a ti te guste quedarte dormida en el sofá con una película o programa de fondo. Para algunas personas tiene un efecto casi mágico que les ayuda a conciliar el sueño cuando tienen problemas habitualmente para hacerlo, y con los más pequeños parece tener el mismo efecto.
Pero lo cierto es que no hay nada mejor que, como adultos, despedirnos de la luz azul de las pantallas al menos dos horas antes de ir a dormir. Y en el caso de los bebés no deben ni acercarse a ellas. Puede que se queden dormidos viendo unos dibujos, pero la calidad de su sueño disminuye considerablemente, y será mucho más fácil que se despierten varias veces durante la noche y se muestren nerviosos y alterados.
En su lugar, busca otros hábitos o rutinas que le ayuden a dormir del tirón toda la noche. Un baño templado, cantarle al oído o ponerle música relajante son muy efectivos y le garantizan a tu pequeño el descanso que necesita.
En nuestra comprensible obsesión por que los niños se acaben toda la comida que hay en el plato, pocas cosas parecen tan efectivas como ponerle a ver dibujos mientras le metemos la cuchara en la boca. El gran problema es que estaremos creando una relación con la comida no saludable. La atención plena a la hora de comer es infinitamente más importante que acabarse todo el puré. Si no tiene elementos de distracción, será consciente de qué está comiendo, de cuándo prueba cosas nuevas y de regular de manera real las sensaciones de hambre y saciedad.
No tengas prisa (aunque no sea sencillo) cuando le des de comer, y no te preocupes si hay cosas que no le gustan o días que come menos. Tampoco le fuerces a acabarse algo que no le apetece o a insistir sin no parece tener hambre. Si relajas la presión auto impuesta, la hora de la comida será más sencilla y relajada de lo que imaginas.
Los dichosos berrinches son inevitables y, en determinadas épocas, casi constantes. Pueden llevarnos al límite de la desesperación, y conseguir calmarlos a golpe de tablet es todo un alivio. Pero de esta manera nos estaremos saltando a la torera nuestra verdadera misión cuando esto ocurre, que es enseñarle a nuestro hijo a desarrollar su autocontrol y a expresar su malestar de manera eficaz y productiva.
Las claves para conseguirlo son paciencia (infinita), empatía y afecto. Con el uso del móvil o la tablet será casi imposible que tu hijo aprenda a autorregularse por sí mismo, y los berrinches pueden extenderse en el tiempo más de lo que os gustaría.