Cuando nos quedamos embarazadas son muchas las dudas que asaltan nuestra mente. Entre ellas, cómo será el parto, si se necesitará epidural, si será natural o por cesárea... Además, con los nuevos avances, también podemos llegar a plantearnos dónde queremos que nazca nuestro bebé. Uno de los lugares que está más se está poniendo de moda es la bañera: el parto en el agua, que representa uno de los más suaves, tanto para el bebé como para la madre.
Además, servirá para aliviar el dolor de las contracciones y será compatible con el uso de otros procedimientos como la analgesia epidural. La bañera delimitará y protegerá la intimidad de la madre y será la auténtica protagonista del momento. Para el bebé, deslizarse en el agua tras el líquido amniótico, supondrá una sensación de calidez y una forma de nacer menos traumática.
El parto en el agua será recomendable para aquellas mujeres que no hayan tenido complicaciones en los meses de gestación ni patologías de base y con un parto espontáneo. En cambio, si que hay situaciones en las que es totalmente desaconsejable este tipo de parto, como cuando se ha producido una cesárea anterior o la paciente tiene alto riesgo de sangrado tras el parto. También, cuando la gestación no ha tenido un control médico previo o se trata de un parto inducido o gemelar.
Tampoco será recomendado para aquellas madres que presenten, antes del embarazo, ciertas enfermedades como diabetes, rotura uterina o cardiopatías. Y no podrá realizarse si se ha sufrido durante el embarazo diabetes gestacional con insulina, preeclampsia, fiebre o anemia o si se ha producido retraso del crecimiento fetal. En los casos de otras patología o una malformación fetal diagnosticada también se descartará el parto en el agua. Así mismo, cuando el meconio, que es la primera deposición del bebé, se expulsa dentro de la bolsa, tampoco se debería llevar a cabo el parto en el agua.
Hay varios estudios que hablan de las ventajas de este tipo de parto. La principal es que se produce una transición sostenida, ya que el bebé pasa de un ambiente cálido como es el útero a otro como el agua de la piscina. Por no hablar de la satisfacción materna, la menor duración de la dilatación, la posibilidad de solicitar la epidural -la paciente podrá salir en cualquier momento del agua- y los distintos beneficios para la salud cardiovascular. Así, se mejorará el retorno venoso, la disminución de la tensión arterial y la movilización del líquido extravascular.
Para entrar en la bañera, sobre todo si se trata del primer parto, la madre tendrá que esperar a que la dilatación esté en fase activa y que el útero haya alcanzado una dilatación de entre tres y cinco centímetros. De lo contrario, si se sumerge demasiado pronto, esto hará que las contracciones se ralenticen. En cambio, cuando la dilatación está en marcha, el agua favorecerá su progresión y acortará, también, su duración.
En todo momento será la madre quien elegirá cuánto tiempo pasa en el agua y si permanecerá durante toda la dilatación y expulsión o si, por el contrario, querrá salir antes. La única indicación que recibirá será que no pase más de dos horas seguidas en la bañera; el efecto relajante podrá hacer que la madre se sienta cansada.
Pero, al igual que todas las prácticas, esta también tiene sus desventajas. La principal será que no se consiga el nivel adecuado de analgesia. Por ello, se podrá salir del agua y solicitar la epidural. También, será necesario acudir a la sala de parto si surgen complicaciones como fiebre, hemorragias, meconio, problemas con el cordón umbilical, si se trata de un parto estacionado (cuando la dilatación es menor de 0,5 centímetros por hora) o hay irregularidades en la auscultación fetal como la taquicardia o la bradicardia.
Para este tipo de parto, y para cualquier otro, lo mejor será que se acuda al hospital, para así poder hacer frente a las mencionadas complicaciones, en el caso de que las hubiera. Hay centros que solamente usan la bañera para la parte de la dilatación por falta de credenciales científicas sobre los beneficios y los riesgos de la expulsión en el agua.
Además, el hecho de que el hospital incluya el parto en bañera o no se debe a la falta de instalaciones, no contar con personal preparado para ello o sencillamente porque el Servicio de Obstetricia entienda que los partos en agua no aportan beneficio alguno. Por ello, deberás consultarlo con tu especialista y será él quien te cuente las posibilidades de parto que tendrás en el centro médico.
Para que un hospital cuente con este tipo de partos tendrá que proveerse de distintos elementos y personal sanitario. Como, por ejemplo, una matrona o un matrón para asistir a la madre durante todo el parto, una bañera cómoda aséptica con un correcto mantenimiento, un monitor externo para la auscultación intermitente que se pueda sumergir en el agua, guantes estériles largos que cubran los brazos y elementos accesorios como una buena iluminación o música para relajar a la madre.