Durante el embarazo y la lactancia se producen una infinidad de cambios en nuestro cuerpo. Además, los más frecuentes suelen darse en la zona del pecho, ya que será la más tratada durante ese tiempo y, sobre todo, en aquellos momentos en los que das el pecho. Uno de los cambios más comunes son las perlas de leche o puntos blancos, que son una especie de pequeñas ampollas de color blanco que aparecen el pezón. Además, su tamaño puede variar considerablemente a lo largo del día. Algunas veces son casi invisibles, mientras que en otras ocasiones son tan grandes como un grano de maíz.
Estas pequeñas perlas pueden llegar a ser muy molestas y dolorosas y es por eso que muchas madres deciden tirar la toalla en eso de la lactancia. Su aspecto es pequeño y muy parecido a los granos cuando están llenos de pus, pero en este caso estarán llenos de leche. Estas se producen debido a la obstrucción de la salida de una pequeña glándula mamaria del pezón. Al obstruirse esta, la leche queda acumulada, abombando la piel más superficial hacia afuera y adquiriendo, de esta manera, una apariencia parecida a una perla de nácar.
Este punto blanco, al ir llegando la leche, puede aumentar de tamaño, siendo un proceso bastante doloroso, que suele explicarse como un escozor o quemazón agudo y penetrante. Suele resolverse solo y sin ninguna intervención ni cuidado unos cinco o siete días después de su aparición. Al principio se mostrará como una pequeña perla, para luego pasar a un pellejo más blanquecino y, más adelante, la piel se convertirá en una costra que no tardará mucho en caerse.
Pero, ¿cómo se produce este punto de leche? Lo cierto es que suele ser culpa del pequeño, que trata de hacer otro movimiento mientras le están dando el pecho, como tirar hacia atrás con cierta fuerza, morder o seguir con la mirada a algo o alguien. Por eso, será muy importante que, cuando esté tomando el pecho, el bebé tenga las menores distracciones posibles para que la acción se realice con cierto cuidado y mirando por la salud del pequeño y de la madre. Al tirar del pecho puede llegar a lesionar algún conducto e incluso obstruirlo. Así, aparecerán las mencionadas perlas.
También, pueden darse por una alteración microbiana o una infección de pecho. Al haber cierta alteración o infección, estos conductos pueden llegar a inflamarse. Además, algunas bacterias crean capas de biofilms que se adhieren al interior de los conductos, ayudando a que estos no lleguen a obstruirse. Cuando el origen es por culpa del pequeño y no está producida por ninguna infección, lo más normal será que desaparezcan en unos cinco o siete días. Sin embargo, al ser tan dolorosas, puede ser recomendable que la matrona pinche la perla para drenar la leche y que no moleste tanto.
Para ello, lo más recomendable será aplicar un poco de calor y tratar de deshacer la perla frotando con una toalla de forma suave. Si, por el contrario, el origen de la perla es infeccioso o inflamatorio, la obstrucción podrá ser más seria y afectará de manera más profunda al conducto. En estos casos lo más recomendable será acudir a un centro de salud para que se tomen algunas muestras de leche, se haga un cultivo y se recete el medicamento más adecuado para combatir esa infección que se está produciendo.
Sí que es cierto que tener distintos orígenes es muy normal que aparezcan en repetidas ocasiones. Por eso, si te quedas embarazada varias veces puede ser que en todos tengas esta complicación o, por el contrario, en ninguno. Aún así, lo mejor será que tengas cierta paciencia, ya que pueden tardar en desaparecer, pero no habrá ningún medicamento mágico. Si tu especialista te lo receta, sí que podrás tomar antiinflamatorios orales, tanto para el dolo como para la hinchazón.
Por tanto, como ya hemos comentado, la solución estará en el cultivo que se realiza y, también, se tendrá que tratar bien con algún probiótico o combinándolo con aquellos medicamentos más adecuados. La única forma de curarlo será devolviendo el equilibrio microbiano a la mama, reduciendo la inflamación de los conductos y eliminando la obstrucción. Y, aunque duela mucho, habrá que hacer un esfuerzo para vaciar el pecho afectado.