Una de los momentos más complicados cuando tienes un bebé suele ser la hora del sueño. La mayoría de recién nacidos no suelen coger con facilidad el sueño, lo que hace que durante el día estén más sensibles y molestos. Muchos padres prueban con distintos ruidos, como el de un secador, el extractor de una cocina, la aspiradora o un canal de televisión no sintonizado para calmar a sus bebés. A este tipo de ruido se le denomina ruido blanco y, a muchos bebés, les sirve para poder dormirse y descansar. La peculiaridad del ruido blanco es que debe ser un sonido en el que todas las frecuencias están al mismo volumen, sin sobresalir sobre la otra, lo que hace que al escucharlo a un volumen suficiente queden anulados el resto de sonidos del entorno.
Cuando un bebé que se encuentra llorando lo escucha, deja poco a poco de llorar e incluso puede llegar a relajarse y dormirse. En las primeras investigaciones hace más de 30 años, se llegó a la conclusión de que hay una gran similitud entre el ruido blanco y el sonido que el bebé puede escuchar en el útero materno. Pero con el tiempo esta idea quedó totalmente desechada y se comenzó a pensar que, sin la ausencia de estímulos, un bebé se relaja. Por otro lado también se ha dicho que el bebé se asusta, se queda en alerta y ese mismo estrés hace que acabe durmiéndose.
En los últimos años, han surgido pensamientos negativos en contra del uso de esta técnica. Muchas personas opinan que puede afectar a su desarrollo auditivo del bebé, y es que debemos tener en cuenta que si condicionamos el sueño del bebé a un sonido, se podría acostumbrar y lo pedirá cada vez que tenga sueño.
Para la higiene del sueño será mucho mejor mantener unas rutinas diarias de juego, comida y baño que hagan que el recién nacido vaya poco a poco enlazando una actividad con la siguiente durante los primeros meses. Así, su cuerpo y su cerebro irán entendiendo que después de una actividad, viene otra y, así, de forma consecutiva hasta el momento de dormir.
Para ello, habrá que entender que cada bebé necesita su tiempo. Ponerle música mientras estén despiertos, mecerles y cantarles estimulará sus sentidos. Además, los bebés tendrán que distinguir entre el día y la noche y aprender que durante un momento u otro hay menos o más ruidos. Por eso, no se recomienda encerrarlos en una habitación apartada y a oscuras para que duerman de día, sino que es mejor dejarles dormir con el murmullo de la familia hablando. De este modo, la noche será para ellos la suma de oscuridad y de silencio y los periodos de sueño se irán alargando con los meses.
Por tanto, parece que utilizar el ruido blanco lo que hace es aislar al bebé de la realidad, de los sonidos cotidianos, como los de los gritos de sus hermanos, recoger los platos, hacer la comida o las charlas familiares. Es decir, de los estímulos naturales. Sin embargo, la mayoría de los padres se han visto en la situación en la que no había manera de calmar a sus bebés, de agotamiento y de lloros desconsolados. Es entonces cuando el ruido blanco se plantea como una buena opción para tranquilizar al pequeño. Así, conseguirá que el bebé se tranquilice y se duerma. No existe ningún estudio que confirme algún efecto negativo si se utiliza como último recurso ante el desconsuelo de forma esporádica.
Otra de las mayores controversias acerca del ruido blanco, como ya hemos mencionado, es que este ruido blanco no calma al bebé, sino que lo pone en estado de alerta. Esta situación haría que el recién nacido produjera cortisol, la hormona del estrés y su aparente tranquilidad no sería real sino más bien un estado de expectación contraproducente contra la salud. Por tanto, primero que habrá que atender al niño en función de sus necesidades y ver si así se calma. Si lo hacemos y este no consigue dormirse, el ruido blanco eliminará de su oído el propio ruido. Diferente sería si estando el niño tranquilo lo encendiéramos para que se durmiera o estando de siesta lo pusiéramos para que no nos oyera hablar o recoger los platos.
En ese momento, sí estaríamos robándole estímulos de su entorno sin necesidad y podría afectarle al mencionado desarrollo neuronal de las áreas de la escucha y de la atención a estímulos auditivos y le estaríamos haciendo daño. Tras informarte bien, tendrás que ser tú quien elija si poner el ruido blanco a tu hijo o no.