Los humanos somos seres sociales por naturaleza, pero ni todos lo somos de la misma forma ni lo desarrollamos de la misma manera, y la etapa infantil es probablemente la que más marca la personalidad del futuro. Los niños tienen sus propias etapas sociales según su edad, en la que poco a poco van desarrollando sus habilidades comunicativas, tanto verbales como no verbales, para conseguir integrarse en la sociedad y poder interactuar con los demás. Pero cada uno tiene su ritmo al estar en pleno proceso de aprendizaje, por lo que no se les debe obligar ni acelerar su desarrollo social.
La socialización es clave para que los seres humanos sean capaces de integrarse con los demás, pero aunque lo seamos por naturaleza, también conlleva un proceso de aprendizaje. Las habilidades sociales se van adquiriendo con tiempo y la infancia es un periodo en el que progresivamente se comienzan a desarrollar esas capacidades para ver como poco a poco el pequeño de la casa interactúa con su alrededor, desde que es un bebé hasta que comienza a crear su propio grupo de amigos en el colegio.
Aunque aún no hablen, los bebés reaccionan, reconocen las caras, los sonidos… No nos damos cuenta, pero esa sonrisa o sus balbuceos ya son sus primeros gestos de interacción con sus progenitores, pues son las personas más reconocibles para ellos y a los que más apego siente. Pero según crecen toman más consciencia de su entorno social, y es normal que con figuras desconocidas sientan cierta angustia y solo quieran estar con sus padres. Durante todo ese progreso comenzarán a comprender que más allá del hogar hay más personas por las que, a su propio ritmo, empiezan a mostrar interés.
Entre los dos y los cinco años la mayoría de los niños comienza a interactuar con otros de edades similares y a jugar con ellos, pues sus habilidades comunicativas avanzan deprisa y, aunque en muchas ocasiones le cuesta, el niño ya es capaz de hablar y exteriorizar sus emociones y mostrar cierta independencia materna. Paso a paso va estableciendo relaciones de amistad con otros niños con los que comparte aficiones y gustos. Aún así, sigue siendo un proceso complejo en el que cada niño va a su ritmo. Pero existen tres factores o agentes durante los primeros años de los niños que condicionan, por así decirlo, su nivel de socialización.
El primero y más importante de los factores es la familia, el entorno en el que los críos pasan la mayor parte de su tiempo. En el núcleo familiar se encuentran las primeras personas con las que los niños interactúan y esa socialización en el hogar le aporta una gran fuente de información para su futuro, para saber interactuar con otras personas. Por lo que la familia y su entorno tendrá un gran peso en la construcción de su personalidad y su desarrollo social.
Y por supuesto, otro agente clave es la escuela, no solo porque le permite estrechar lazos de amistad con otros niños de su edad con los que comparte intereses, sino que también con otros de diferentes edades así como con sus profesores, una figura adulta más allá de las presentes en el núcleo familiar. El tercer agente son los medios de comunicación como la televisión, sin darnos cuenta esos dibujos animados le pueden transmitir qué tipo de actuaciones son correctas y cuáles no. Por eso es importante saber qué tipo de contenido ven los niños pequeños en la tele.
Seguro que en numerosas ocasiones has visto como niños de mismas edades son capaces de ser polos opuestos, mientras uno es más extrovertido porque no le cuesta hablar y relacionarse, otro es más introvertido, reticente, pues prefiere quedarse con su madre. Esto se debe al avance específico de cada niño. Aún se mantienen en un proceso de desarrollo, y respetar su ritmo es primordial sin acelerar más de la cuenta sus relaciones sociales, ya que en muchas ocasiones puede generar rechazo y les cueste todavía más.
En definitiva, claro que es importante la socialización en edades tempranas, que desde bebé vea caras nuevas, no solo las del núcleo familiar, pero la importancia en esos primeros años recuerda que está en el hogar, en los comportamientos que ve en casa y que marcarán el ritmo de la evolución de su personalidad. A su propio ritmo, verás como sus habilidades comienzan a relucir al ser capaz de comunicarse verbalmente o de mostrar sus emociones e interesarse, según se hace mayor, por otros niños al querer interactuar con ellos.