Enfrentarse a la pérdida de un ser querido siempre es muy complicado, pero ¿cómo nos sentimos cuando esa pérdida se produce durante el desarrollo del embarazo? Sobre el duelo perinatal existe cierto silencio y desconocimiento; en España, las muertes que se pueden clasificar en este tipo se producen entre la semana 28 de gestación hasta los primeros siete días de vida. Por tanto, la tasa de mortalidad neonatal se calcularía por 1.000 bebés nacidos vivos en ese mismo año.
La Organización Mundial de la Salud diferencia la pérdida durante el embarazo de tres maneras. La muerte fetal temprana hace referencia a los fetos de menos de 22 semanas de gestación y/o con menos de 500 gramos de peso. Esto se conoce como “aborto”. La muerte fetal intermedia se produce cuando los fetos tienen entre 22 y 28 semanas de vida y/o un peso entre los 500 y los 999 gramos. Y la muerte fetal tardía incluye muertes fetales a partir de los 1.000 gramos de peso y/o mayores de 28 semanas de gestación.
Otros especialistas extienden el concepto de duelo a los casos de aborto, la interrupción voluntaria del embarazo por problemas del feto o por amenaza para la salud de la madre, la reducción selectiva en embarazo múltiples, la muerte intraparto o intrauterina y la pérdida en embarazos múltiples y del neonato. No siempre a la muerte durante el parto se le ha dado la misma importancia.
Ahora, en los hospitales existen equipos de apoyo para los padres, para que puedan sobrellevar el proceso de duelo. Las recomendaciones consisten en proveer de cuidados el deseo natural de los padres de ver y abrazar a su hijo tras el nacimiento, y brinde las herramientas útiles a los profesionales involucrados en la atención del proceso.
Sí es cierto que el duelo tiene distintos supuestos. Tras comunicar la noticia, lo primero será establecer una relación con los padres que se base en la sensibilidad. También, habrá que entender el impacto de la noticia en los padres, así como asegurar y hacerles sentir que van a estar acompañados durante todo el proceso.
Habrá que ofrecer a los padres información clara sobre las diferentes opciones de las que gozan. Cuando, tras distintas pruebas, se descubre que el bebé no tiene latido hay dos maneras de proceder: dejar que sea el propio cuerpo quien expulse el feto o el legrado, necesario cuando la madre no se pone de parto.
Si, tras el nacimiento, los padres no han mostrado intención de ver o tocar al bebé, habrá que proceder con naturalidad y respeto. Después del parto, habrá que normalizar el contacto profesional con el bebé fallecido para mostrar a los padres qué camino deben seguir. También, se les dará la oportunidad de hacerse con algún recuerdo de su hijo. Aún así, habrá que apoyar y respetar todos los deseos de los padres, sean los que sean; tanto si declinan pasar tiempo o no con su hijo o valorar si desean que le acompañe otra persona. En todas las pérdidas hay que respetar la elección de los padres.
Las fases por las que suelen pasar los progenitores son tres. En primer lugar, viven un estado de shock e insensibilidad, aturdimiento y dificultad emocional. Todos estos sentimientos estarán acompañados por otros como añoranza. En segundo lugar, se sentirán desorientados y con la creencia de que su vida cotidiana se ha desorganizado. Esto va de la mano con esa sensación de vacío y desamparo. Finalmente, se consigue esa reorganización del día a día y se recupera la capacidad de disfrute. Se aprende a convivir con ello, aunque sin olvidar.
Para sobrellevar la muerte existen distintos ámbitos, recursos y medidas que apoyan a los padres. Dentro del ámbito sanitario se producirá el ofrecimiento de recursos online, bibliográficos o grupos de autoayuda. También, será necesario facilitar la expresión emocional por la ausencia del ser querido, así como proporcionar apoyo durante el proceso de hospitalización, utilizando la escucha como herramienta terapéutica. Para llevar a cabo todo esto de forma correcta habrá que formar a los profesionales para que sepan cómo actuar en cada fase y en cada momento.
Fuera del ámbito hospitalario, y ya en el doméstico, se procederá a crear y desarrollar campañas de información y sensibilización social. También se puede recurrir a grupos de autoayuda, que no solo están dirigido a madres y padres sino también a hermanos o abuelos. Será fundamental contar con apoyo y acompañamiento en el proceso de duelo, así como con orientación en los trámites burocráticos. La orientación y la terapia de duelo también será crucial, sobre todo a nivel de pareja, familias o individual.