La varicela es una de las enfermedades más comunes que afecta, sobre todo, durante la infancia. Son los niños menores de diez años aquellos que serán más susceptibles a contagiarse, pero si durante los primeros años de vida no se ha pasado, es muy posible que esta enfermedad pueda darse en la edad adulta, y será muy probable que sus síntomas, en esta etapa, sean más graves. Si se pasa cuando uno es pequeño, no tiene porque revestir ninguna complicación y puede desarrollarse con total normalidad, aunque con unos síntomas bastante marcados.
Por tanto, como la varicela se puede dar tanto en niños pequeños como en adultos, también podremos contagiarnos cuando estamos dando el pecho. Pero, ¿se deberá parar o seguir con la lactancia? Como madre es evidente que lo que más te va a preocupar, siempre, es la salud de tu bebé, pero si tú no te encuentras bien, no podrás darle todo aquello que necesita.
La varicela es una infección viral que está caracterizada por la aparición de ampollas de color rojo por todo el cuerpo que suelen picar. La vacuna contra esta enfermedad fue introducida en 1990 y, es por eso, que los casos se han reducido de forma considerable. Aún así, será normal que los niños la pasen en su infancia. Esta complicación está causada por el virus varicela-zóster y, en la mayoría de ocasiones, se da cuando se ha estado en contacto con una persona contagiada.
El síntoma más común es la presencia de una erupción cutánea en todo el cuerpo. Pero, antes de que surjan todos estos síntomas, lo más habitual es que la infección permanezca en el cuerpo de siete o veintiún días y, antes incluso de que surjan las ampollas, el virus será contagioso durante uno o dos días. Sí que es cierto que, en algunas ocasiones, primero pueden aparecer síntomas no cutáneos, como el dolor de cabeza, la pérdida de apetito y la fiebre.
Antes de su recuperación, lo más normal es que la erupción pase por tres fases: las protuberancias de color rojo o rosado, que luego se convertirán en ampollas llenas de líquido y, por último, se formarán unas costras que comenzarán a sanar. Si la madre ya ha tenido la enfermedad, lo más normal es que se trasmita esa inmunidad al pequeño durante, al menos, los tres primeros meses de vida.
Si la mujer no ha pasado la varicela y se contagia, sí que se podrá seguir con la lactancia sin ningún problema. No obstante, se recomienda que la mujer siga algunos nuevos hábitos o rutinas. Por ejemplo, debe cubrirse las ampollas que hayan podido surgir en el pecho para, así, poder reducir el riesgo de trasmitir el virus al bebé.
En el caso de que existan lesiones activas alrededor del pezón de la mujer, no se recomienda que el pequeño siga con la lactancia materna. Por lo general, se intenta evitar la lactancia materna si la mujer desarrolla la enfermedad cinco días antes o dos días después del nacimiento del bebé.
En estos casos, la leche materna se extraerá para la alimentación del recién nacido a través de un biberón. Aún así, lo mejor será siempre que un profesional te dé las recomendaciones a seguir. Por eso, si ves que tienes alguno de los síntomas mencionados, lo más recomendable será que acudas a un especialista para que te proporcione las pautas necesarias para hacer frente a esta complicación.
Si la enfermedad se desarrolla cinco días antes del parto, las madres podrán desarrollar anticuerpos protectores, que podrían pasar al bebé a través de la placenta. Si esta se da a partir del tercer día del parto será la leche materna quien le proporcione estos anticuerpos al bebé.
Como hemos comentado será recomendable cubrir las lesiones, lavarse bien las manos y utilizar mascarilla. Hay que tener en cuenta que el contagio también podrá producirse a través la saliva y de las gotas de mucosidad. Por eso, la mejor prevención será utilizar un elemento que nos tape la boca y la nariz.