Suplementos con yodo antes y durante el embarazo, ¿cuándo hay que empezar a tomarlos?
Escuchamos a menudo la importancia que tiene el ácido fólico durante el embarazo para el correcto desarrollo del feto, pero menos de la que tiene el yodo.
Te contamos porqué es necesario este mineral y desde cuándo deberías tomarlo si estás embarazada.
Una de las primeras cosas que descubren las mujeres que planean quedarse embarazadas es que deben tomar un suplemento de ácido fólico, incluso antes de que se produzca el embarazo. Pero se habla mucho menos de la necesidad de mantener unos buenos niveles de yodo, a pesar de la importancia que tiene este mineral para el desarrollo del feto y para el adecuado funcionamiento de la tiroides de la madre.
Por un lado se habla de que la mayoría de la población sufre un déficit de este mineral, y que las embarazadas, además, necesitan una dosis extra. Por otro hay quienes dicen que a día de hoy consumimos la cantidad de yodo suficiente y que no es necesario tomar suplementos. Lo cierto es que la consideración general es que más vale asegurar la dosis adecuada de yodo durante el embarazo para evitar los problemas que causa su carencia.
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En algunas ocasiones la falta de yodo puede deberse a que la madre padezca un hipotiroidismo leve, que no presente síntomas, pero que se ve agravado durante el embarazo. En otras, las causas pueden estar en una dieta pobre en alimentos que contengan este mineral. En cualquier caso, antes de tomar cualquier suplemento es imprescindible consultar con el médico. De hecho, es muy posible que te recete uno que combine el ácido fólico con el yodo, como Yodocefol.
¿Por qué es necesario el yodo?
El yodo es el responsable de que nuestras hormonas tiroideas funcionen correctamente, por lo que es importante para cualquier persona. En las mujeres embarazadas aumenta esta necesidad porque el feto no es capaz de fabricar este tipo de hormonas durante el primer trimestre de gestación. Esto provoca que la mujer necesite aportarle su dosis, además de recibir la suya propia.
Si el feto no recibe la suficiente cantidad de yodo durante los primeros meses de embarazo puede sufrir alteraciones en el sistema nervioso, que se manifiesten más tarde con hiperactividad, disminución del coeficiente intelectual y otros trastornos de tipo cognitivo. Además, puede ser la causa de que el parto sea prematuro o que el bebé tenga poco peso al nacer e, incluso, de que se produzca un aborto.
En cuanto a la madre, el déficit de yodo puede ocasionarle bocio e hipotiroidismo. La recomendación es que se mantengan los niveles adecuados de este mineral durante el embarazo y el primer año de vida del bebé, que lo va a recibir de su madre a través de la leche materna y su propia alimentación.
Cuándo empezar a tomar yodo
Como hemos dicho, el feto depende completamente de la madre para recibir la cantidad de yodo que necesita durante el primer trimestre de embarazo. Durante esos meses se están desarrollando sus órganos, y aunque él no sea capaz de producir aún la hormona tiroidea, necesita cubrir sus necesidades a través de la placenta. Por lo que la conclusión inicial es que la madre debería garantizar los correctos niveles de yodo en su organismo desde el comienzo del embarazo.
Pero hay expertos que van más allá, y sugieren que el tiempo que transcurre entre que la mujer queda embarazada y se confirma la gestación mediante una cita con el médico puede prolongarse hasta dos meses. En ese caso sería demasiado tiempo sin que el feto recibiera el yodo que necesita, y las consecuencias podrían ser irreversibles. Además, si la mujer sufre algún tipo de hipotiroidismo, este se verá agravado precisamente en esos meses, que son precisamente en los que más necesario es el yodo.
Por lo tanto la postura es que cuando una mujer comienza a planificar un embarazo, ese es el momento idóneo para empezar a tomar yodo. Si se hace así, su cuerpo estará preparado para afrontar la cantidad extra de este mineral que va a necesitar durante la gestación. Lo mismo que ocurre con la suplementación de ácido fólico. En cualquier caso, insistimos, es imprescindible consultar con nuestro médico, porque un exceso de yodo en el organismo también acarrea complicaciones.
¿Qué alimentos son ricos en yodo?
Nuestro organismo es incapaz de producir yodo por sí mismo, y el que le llega no lo almacena, así que es necesario asegurarlo a través de la dieta, independientemente de que el médico nos paute tomar un suplemento. La sal que tomamos habitualmente es yodada, y su consumo es una ayuda, pero además de que no podemos abusar en su consumo, la cantidad de yodo que aporta no cubre las necesidades mínimas. Hace falta incluir en la dieta alimentos como los que enumeramos a continuación:
- Pescados como el atún y el bacalao, y mariscos como las almejas. Las algas son muy ricas en yodo, pero tienen una cantidad excesiva, por lo que, aunque es interesante incluirlas en la dieta, conviene hacerlo con moderación.
- Frutas como las fresas y los arándanos. También los vegetales en general. Pero la cantidad de yodo que contengan va depender de la tierra en la que se cultiven, por lo que es difícil precisar si un vegetal concreto contiene más o menos yodo.
- Lácteos de todo tipo: leche, queso, yogures…
- Las patatas y los cereales, como la avena, son muy ricos también en yodo.