Senadora de California y exfiscal general del mismo estado, Kamala Harris ha hecho historia por ser la primera mujer de raza mixta -hija de madre india y padre jamaicano- candidata a la vicepresidencia de Estados Unidos.
Progresista moderada, entusiasta activista por los derechos civiles, cálida y al mismo tiempo vehemente e inquisidora en sus discursos, esta abogada de 55 años ha conseguido que durante la campaña no se hable de su ropa sino de su política.
Perlas, trajes pantalón y converse definen el estilo de Kamala Harris, quien ha encontrado en la neutralidad a uno de sus grandes aliados de estilo. Su fórmula para vestir en actos oficiales es la de cualquier mujer trabajadora con un presupuesto medio para vestuario: nada de estridencias, nada de grandes marcas, fondo de armario con algunos detalles diferenciadores y una apuesta evidente por la comodidad, la practicidad y la atemporalidad.
Acostumbrada a moverse en un mundo de hombres blancos estadounidenses, el hecho de ser mujer y negra ha podido condicionar para su carrera un estilo marcadamente sobrio, serio y con alguna concesión a la más tradicional feminidad, esa que a sus compañeros masculinos puede recordar a sus madres y que, por esa razón, jamás utilizarían contra ella.
La imagen de Kamala Harris está completamente asociada a los trajes pantalón de colores neutros, de los que sus favoritos son el azul, el negro y el gris. Suele combinarlos con blusas de escote redondo, casi siempre blancas o negras, o con alguna estampada en las mismas tonalidades. Una combinación que transmite su propio carácter amigable y duro al mismo tiempo.
Entre las concesiones a la neutralidad está su predilección por los estampados de cuadros que, lejos de la estridencia, confirman su personalidad contenida a la hora de vestir.
Una curiosidad que la acerca a millones de mujeres es que, en numerosos actos públicos suele repetir traje y aunque no es algo de lo que alardea, no parece que le importe demasiado que se note.
Dicen quienes la conocen bien que lleva 34 años usando collares de perlas -llevó un collar de perlas cuando se graduó en la Universidad de Howard en 1986-, una fidelidad que simbólicamente habla de valores personales como la lealtad. Collar simple de perlas negras, collar doble de perlas blancas, colar de perlas y cadena de oro y siempre unos pendientes a juego que hablan de feminidad, pero que también se asocian a un carácter tradicional y algo anticuado del que trata de despojarse con ayuda de su colección de Converse.
Su tercera seña de identidad son las deportivas Converse de las que cuenta con una colección que va de las clásicas Chuck Taylor All Star de corte alto y de corte bajo, al modelo de plataforma. Combinarlas con pantalones vaqueros para actos informales o con traje cuando la etiqueta se lo permite, ha sido una de las grandes sorpresas de la campaña. No es sólo comodidad (que también) una mujer trabajadora con traje y deportivas simboliza a miles de mujeres trabajadoras que hacen malabares para cuadrar los horarios del trabajo con los de sus hijos, que van corriendo de un lado a otro esperando a que alguien les hable de conciliación laboral y familiar.
El otro calzado de Kamala Harris es un zapato de salón de punta afilada, un clásico. Se trata de una opción segura que también transmite un mensaje y en este caso el de la practicidad. Está muy claro que su objetivo es ahorrar tiempo a la hora de vestirse, pero evitando cometer errores y sorteando las críticas innecesarias que puedan venir de un frente, el de la moda, en el que no está luchando.