Más allá de una fugaz incursión en las pasarelas, que pareció ilusionar más a su madre que a ella misma, Rocío Carrasco nunca ha tenido demasiado interés por la moda. Sólo ahora, cuando ha decidido romper su silencio, ha entendido que puede utilizar la ropa como una parte más de su lenguaje.
Durante años no dejó claras sus preferencias en cuanto a estilos y tampoco se ha ocupado demasiado de las tendencias, pero en sus últimas apariciones, durante la grabación de la docuserie “Contar la Verdad Para Seguir Viva”, así como en la primera entrevista concedida a Telecinco, ha utilizado unos códigos de indumentaria muy estudiados que parecen contener un propósito claro.
De unos inicios despreocupados y desenfadados, hoy su estilo no está solo mucho más controlado y pulido, sino que transmite seriedad y autoridad con un toque cañero de rebeldía en el pelo, que no es más que un reflejo de su propio carácter.
Una de sus prendas fetiche, también en la actualidad, es el pantalón vaquero. A lo largo de los años ha llevado en todo tipo de patrones, según las tendencias de cada época, aunque sus favoritos son los de corte ceñido. Su toque personal es combinarlos casi siempre con zapatos de tacón alto.
Saliendo de la comodidad de los vaqueros, para actos más formales ha apostado por diversos modelos de vestidos en los que nunca se ha encontrado demasiado cómoda. Sin importar que el patrón fuera ceñido, corto o largo, no ha conseguido encontrar en ellos su auténtico estilo.
Por el contrario, cuando viste con pantalones es cuando consigue dar la mejor versión tanto de su figura como de su personalidad: segura, calmada y mucho más favorecida. Una blusa con detalles florales y un pantalón de talle alto firmados por Hannibal Laguna fue su elección para acudir al desfile del diseñador, amigo y creador de su vestido de novia en su boda con Fidel. Este momento puede considerarse un punto de inflexión a partir del que se produce un cambio en su estilo, en su seguridad ante las cámaras y en su manera de entender lo que más le favorece.
Y aliada con el power dressing es como ha querido contar una historia que lleva callando 20 años. Su apuesta para grabar la docuserie ha sido un taje de chaqueta y pantalón que ha combinado con top lencero y zapatos de salón. El traje, de la firma de sastrería femenina Bleis Madrid, es un conjunto en rosa millennial (y símbolo del feminismo) de chaqueta esmoquin con hombreras muy marcadas y pantalón de pernera ancha que actualmente está agotado en la web, pero disponible bajo pedido.
Para su primera entrevista en Telecinco ha optado por un conjunto de la misma firma, esta vez en color azul Klein, compuesto por chaqueta sin solapas adornada con botones-joya y pantalón de corte pitillo con aberturas en el bajo. Y, por supuesto, sus zapatos de tacón.
La apuesta de Rocío Carrasco por estos trajes de chaqueta no ha sido una elección aleatoria ni casual. Hay que partir de que el traje sastre ha sido tradicionalmente un símbolo de poder, de credibilidad y de seriedad, herencia de una sociedad machista en la que el poder, la seriedad y la credibilidad eran patrimonio de los hombres
Además de en su ropa, es importante poner otro foco de atención en su pelo. El rapado lateral que ha llevado en varias ocasiones y al que volvía a principios de 2020 se ha convertido ya en parte de su identidad y tiene varias lecturas.
Por un lado, habla de rebeldía, pero también de seguridad en sí misma, de firmeza, de diversión y de juventud y por otro, es un modo de controlar una melena con mucha cantidad de cabello. Pero el rapado lateral va acompañado de una melena larga peinada hacia un lado con ondas marcadas, un estilo que contrasta con el rasurado aportándole feminidad y sensualidad.