Marilyn Monroe es, posiblemente, la actriz más icónica de la historia del cine y de la moda al mismo tiempo. Aunque murió con solo 36 años, su imagen en cada una de sus 30 películas se considera inmortal, y todos los vestidos que lució en ellas. Pero el que sin duda la convirtió en la mujer más deseada del mundo en los años 50, fue el vestido blanco que llevó en “La tentación vive arriba”. La escena en la que Marlyn lo sujeta por la corriente del metro sobre una rejilla en Manhattan es inolvidable. Te contamos la historia de este famosísimo vestido, que forma ya parte de la historia de Hollywood y de la moda.
Fue el diseñador William Travilla el encargado de crear esta prenda inigualable. Se trata de un vestido de cóctel anudado al cuello y con un escote en V de lo más favorecedor. Se ceñía con acierto al cuerpo de la actriz para terminar en una falda plisada. El tejido elegido fue crepé de rayón, y aunque lo recordamos de color blanco, lo cierto es que era de color marfil.
La intención era que este tejido consiguiera que la falda se viera suelta y llena de movimiento, acompañando cada paso que diera Marilyn al caminar. Travilla quería lograr un vestido que transmitiera limpieza y elegancia, en contraste con las sucias calles de Manhattan.
La famosa escena del vestido forma parte de “La tentación vive arriba”, y se rodó de noche, en septiembre de 1954. Billy Wilder, el director, quería promocionar la película, así que convocó a la prensa al rodaje de la escena en la que Marilyn Monroe y Tom Ewell salen del cine tras ver una película de terror. Al pasar por las rejillas que hay sobre el metro, ella decide mostrarle a él cómo sacarle partido a “la brisa deliciosa”. Y el resto es historia.
Pero tanto los periodistas como los curiosos que se agolparon junto al set de rodaje no pusieron las cosas fáciles. Llegaron a ser miles de personas las que se juntaron esa noche en en plena avenida Lexington de Nueva York. Increpaban a la actriz para que no se sujetara el vestido y no dejaban de molestar con todo tipo de comentarios indeseables, hasta el punto que hubo que repetir la escena 14 veces.
La imagen de Marilyn que ha pasado a la historia fue tomada por un fotógrafo esa misma noche, y en ella podemos ver a la actriz de cuerpo entero ondeando el famoso vestido. De hecho, en la película, solo se muestran sus piernas.
Se dice que nadie se enfadó más esa noche que el entonces marido de la actriz, el jugador de béisbol Joe DiMaggio. Cuentan que un periodista amigo suyo fue a buscarle al bar donde estaba tomando una copa para que viera con sus propios ojos la que se había montado alrededor de su mujer.
Billy Wilder en sus memorias cuenta que DiMaggio no pudo soportar escuchar las obscenidades de los que allí se encontraban, ni que a su mujer pareciera no importarle en absoluto. Al parecer, aquella noche el enfado terminó en agresión por parte del jugador hacia su mujer, y Marilyn pidió el divorcio en cuestión de días.
Tras la muerte de William Travilla, el vestido fue comprado por apenas 200 dólares por la actriz Debbie Reynolds. La intención de Reynolds era reunir vestidos míticos de la historia del cine para crear su propio museo, pero la amenaza de bancarrota la obligó a deshacerse de ellos, incluyendo el famoso vestido blanco de Marilyn Monroe.
Aunque el precio de partida era de 4 millones, finalmente se adquirió por 5,6 millones de dólares en 2011. Y como último apunte, nunca cesaron las malas lenguas que acusaban a Travilla de haber comprado el vestido ya hecho, algo que el diseñador siempre desmintió.