Rocío Jurado tenía un estilo tan único y personal como su voz. Era una mujer tan atrevida, que en los inicios de su carrera los escotes, las transparencias y las aberturas de sus vestidos tuvieron que sortear las normas de la censura.
Con el tiempo, su vestuario evolucionó al mismo ritmo que lo hizo su música dando paso a vestidos muy sofisticados en los que las capas, los volantes, las mangas murciélago y los escotes corazón fueron los grandes recursos estilísticos de sus apariciones en los escenarios.
El increíble vestidor de Rocío Jurado guarda grandes tesoros llenos de historia y aunque empezó vistiendo de Balenciaga y Chanel, entre los nombres que estarán para siempre ligados a Rocío Jurado hay que mencionar a Antonio Ardón, su diseñador de cabecera desde los años 80, Justo Salao, que diseñaba sus batas de cola, Hannibal Laguna, que creó el último vestido que lució en un escenario, Carlos Arturo Zapata, que hizo incluso su vestido de novia en la boda con Ortega Cano o Victorio & Lucchino, que firmó el modelo que vistió en la boda de su hija Rocío.
Estos son algunos de los vestidos más icónicos de Rocío Jurado, La más Grande, o La Bestia Magnífica, como la describió Terenci Moix.
Las batas de cola, los trajes de gitana y canastera de Rocío Jurado estaban muy lejos de los convencionales trajes de flamenca. Tenía especial predilección por las mangas farol y de clavel, las mezclas de tejidos, en los que había cabida para las organzas, las pedrerías, los encajes o los bordados y el extra de volumen en los volantes.
Los vestidos que Rocío Jurado utilizaba para sus actuaciones nocturnas, muchos creados por Antonio Ardón y Carlos Arturo Zapata, tenían en común la exuberancia tanto de los tejidos como de los patrones. En cuanto al color, el dorado, el rojo y la combinación de blanco y negro fueron algunas de sus apuestas favoritas, sin olvidar su inclinación hacia los brocados, los bordados, los encajes y las incrustaciones de pedrería, que hacían de sus vestidos auténticas joyas.
Para los patrones sentía especial predilección por los vestidos largos de falda recta, que siempre llevaban una gran abertura en la pierna, o con mucho volumen desde la cadera para acentuar la cintura.
Pero si hay un elemento común a todos los diseños que lucía Rocío Jurado, es que solían dar mayor protagonismo a los escotes muy pronunciados (corazón, palabra de honor, en uve y barco eran sus favoritos) y las mangas opulentas, que servían de ayuda para sumar dramatismo a sus actuaciones.
Para su boda con Pedro Carrasco eligió un diseño de inspiración flamenca firmado por Rafael Herrera y Enrique García-Caballero Ollero. Era un vestido de manga larga y cuello a la caja, de cuerpo ajustado que se abría en la falda con dos volantes en el delantero y cuatro en la espalda. Recogió su melena en una trenza en forma de diadema, que iba rematada con un velo de tul.
Carlos Arturo Zapata fue el diseñador del vestido de su boda con José Ortega Cano, un modelo de seda salvaje, chantillí y organza en color champán, de escote barco con capa de encaje que hacía las veces de cola. En cuanto al tocado, eligió el estilo goyesco recogiendo la melena con una redecilla de seda decorada con perlas y flores, que sujetaba un velo de tul.