Después de catorce años de relación, trece como matrimonio, Manuel Martos y Amelia Bono protagonizaban una de las separaciones más inesperadas de la crónica social. Lo hacían, según comunicaba la revista ¡Hola! y posteriormente confirmaban los implicados, mediante un acuerdo amistoso y meditado, negando con rotundidad que la existencia de terceras personas hubiese sido ni mucho menos la causa de su ruptura.
Ahora, doce meses después de tomar esta dura decisión, la pareja vuelve a ser actualidad tras haber dado una nueva oportunidad al amor, según ha vuelto a adelantar el citado medio. Estos 365 días habría servido a la pareja para valorar todo lo que han vivido y construido juntos, quedando todo finalmente en una crisis que han logrado superar. “Somos una familia y vamos a serlo siempre. Nos queremos muchísimo y no va a cambiar nunca. Nos llevamos de maravilla, lo que sea, será, pero lógicamente somos una gran familia y lo vamos a ser siempre”, comentaban hace unos días.
De hecho, en estos meses, cumpliendo su objetivo de seguir viviendo su felicidad “de la misma manera”, han sido cada vez más frecuentes las ocasiones en las que se han podido ver juntos a la pareja, no han dejado nunca de hacer planes conjuntos, a pesar de haber estado conociendo a otras personas. Prometieron que sus caminos seguirían unidos por el bien de sus cuatro hijos: Jorge, de doce años, Manuel, de diez, Gonzalo, de seis, y Jaime, de cuatro, con los que forman una familia numerosa que ahora vuelve a estar unida.
La hija más mediática del exministro José Bono y el hijo de Raphael, que en estos momentos ostenta el cargo de responsable de A&R, director artístico y productor ejecutivo de Universal Music Spain, rompieron en muy buenos términos, conservaron su buena sintonía y continuaron intercambiándose piropos en público, sobre todo en sus respectivas redes sociales, donde se evidenciaba que entre ellos no había ni un ápice de rencor ni enemistad.
Incluso en un principio afrontaron con naturalidad el hecho de continuar viviendo bajo el mismo techo, en su espectacular casa de Aravaca, por el bien de sus “cuatro tesoros”, aunque después decidieron que era mejor que él se mudase a otro inmueble, pero se fue tan cerca del hogar familiar que los menores podían ir andando. Lejos de hacer del fin de su historia de amor un agrio y polémico enfrentamiento, ambos se convertían un ejemplo a seguir para muchas parejas por lo bien que supieron reconducir su relación desde que dieron este difícil paso.